ESTRENO DE LA NUEVA PRODUCCIÓN DE LA FURA DELS BAUS

'Le siège de Corinthe': una guerra del agua con fantasía pictórica

Buena acogida al montaje de Carlus Padrissa y Lita Cabellut de 'Le siège de Corinthe' de Rossini, en la inauguración del Festival de Pésaro

Un momento de la representación de 'Le siège' de Corinthe', de La Fura dels Baus.

Un momento de la representación de 'Le siège' de Corinthe', de La Fura dels Baus.

César López Rosell / Pésaro

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La unión hace la fuerza. Una coincidente visión artística les emparejó y todo apunta a que la relación iniciada con el montaje de ‘Le siège de Corinthe’ que el jueves por la noche inauguró el Rossini Opera FestivalRossini Opera Festival, seguirá en un futuro próximo. La imaginación delirante de Carlus Padrissa de La Fura ha encontrado en la artista multidisciplinar Lita Cabellut el contrapunto necesario para ir un paso más adelante en la revolución escenográfica. No son iguales pero se complementan y, sobre todo, atesoran una ambición común de aventurarse en nuevas apuestas, rompiendo con los esquemas habituales La versión, parida conjuntamente, de esta historia de amor y de guerra centrada en el conflicto de la posesión del agua como elemento determinante para sobrevivir, tuvo una buena acogida en el Adriatic Arena de Pésaro.

Nada alteró el triunfo de un espectáculo que ofrecía esquemas nuevos a un público de diferentes países pero unidos por su amor y pasión por Rossini, innovador del bel canto romántico, al que cada año la fundación que lleva su nombre le dedica esta muestra en su ciudad natal. En esta ocasión, los rossinianos pudieron disfrutar del añadido de 20 minutos de páginas inéditas del título, lo  que hizo que la representación se alargara en exceso. El ambiente era de gran expectación y entre los espectadores se encontraba el tenor Juan Diego Flórez. La única ausente notable al estreno fue Cabellut, enferma en su casa de La Haya, aunque se interesó con constantes llamadas telefónicas por los resultados de montaje y la repercusión del que era su debut como escenógrafa y diseñadora del vestuario.

Nino Mahaidze, aclamada como Pamyra

Roberto Abbado, al frente de la orquesta de la RAI, recibió una calurosa recepción en el primer año de su titularidad musical. Su irreprochable lectura de la partitura mantuvo la tónica dejada por el desaparecido maestro Alberto Zedda. Entre los cantantes, la más aclamada fue Nino Machaidze, interpretando a la protagonista femenina Pamyra, que encarnó con un buen color de voz e irreprochable estilo, aunque algo falta de tensión dramática. Luca Pisarelli fue un correcto sultán Mahomet II, jefe de los turcos enamorado de la hija del gobernador de Corinto. Del resto del reparto destacó Sergei Romanovsky (el guerrero griego Néoclès) y en segundo plano John Irving (padre de Pamyra), El coro, movido por Mireia Romero en el escenario y el patio de butacas, rayó también a una gran altura.

El espectáculo funciona con fluidez, aunque la estética de las 2017 botellas gigantes de agua que forman el muro de defensa, de potente valor simbólico, contrastaba demasiado en algún momento con la fantasía pictórica de los diez espectaculares cuadros temáticos y los vídeos abstractos de Cabellut, creados de forma manual con agua sobre el suelo y pigmentos en lugar de utilizar técnicas de ordenador. Es muy brillante el diseño del vestuario, jugando con los colores rojo sangre sobre piel simulada para los agresivos turcos y azules para los griegos y un gran acierto la combinación del atuendo de Pamyra con los dos tonos dominantes para reflejar su volcánica psique a caballo entre los contradictorios mundos de su amor por el sultán y su obligación moral de defender la patria. El emocionante poema de Lord Byron sobre el asalto, proyectado durante la obertura, y su texto ‘Oscuridad’, exhibido en el último acto, reflejan la riqueza de un montaje con muchas ideas.

La llegada desde diferentes lados de la platea de los miembros del coro portando las botellas para completar la barrera de defensa, impactó a la sala. También funcionó muy bien la constante interacción de cantantes y coro con los espectadores y el desplazamiento del escenario a la platea de los cuadros sobre la ética de Cabellut, que en uno de los descansos pudieron ser visualizados por los asistentes a la gala. Escenas de lucha, en forma de ballet, rellenaron eficazmente los minutos inéditos añadidos en el segundo acto y, aunque simple, fue  resolutivo el colaje de la artista plástica con flores secas para ilustrar las escenas en el cementerio de los corintios. Al final, y tras el suicidio de Pamyra delante de Mahomet, que ha tomado la ciudad con su ejército al ser rechazado por ella, se derrumba el muro de las botellas y se lleva por delante a los invasores. Ya no hay agua para nadie. ¡Bienvenida a la ópera, Lita Cabellut!.