CRÓNICA

Royal Southern Brotherhood, entre el cielo y el suelo

El grupo de Cyril Neville agitó con fuerza y técnica las esencias de Nueva Orleans en Luz de Gas

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Cuando, en el 2012, The Neville Brothers comenzaron a despedirse de su público, el más joven del clan, Cyril Neville, armó una banda con la que desarrollar sus impulsos musicales más fibrosos, tejidos rockeros en contacto con la herencia de Nueva Orleans. Cuatro años y cuatro discos después, Royal Southern Brotherhood sigue recorriendo los escenarios portando la llama de una tradición que procede a sacudir con trazo firme.

Un supergrupo en el que las piezas van cambiando pero que conserva el liderazgo casi místico de Cyril Neville, colocado en el centro del escenario con su 'set' de percusiones y su voz enérgica pero dulce, con esencias cajun. El menú se ha modificado: alzan la voz las guitarras, en un principio a cargo de Devon Allman (hijo de Gregg Allman) y Mike Zito, y ahora en manos de otras dos bestias de las seis cuerdas, Tyrone Vaughan (otro que maneja credenciales: vástago de Jimmie y sobrino del llorado Stevie Ray) y Bart Walker. Un equipo de altas prestaciones entregado a la causa de dotar de vida a un temario de raíces clásicas.

FONDO 'FUNKY'

Lo consiguen una y otra vez, como vimos, en su segunda visita a Barcelona, este miércoles en Luz de Gas (Voll-Damm Festival Internacional de Jazz), donde la 'real hermandad sureña' fundió técnica y carácter. Se suele situar al grupo en la estela del blues-rock, cuando, en realidad, su base es más bien 'funky', como quedó claro desde las primeras piezas, 'Reach your goal' y 'Hit me once', herederas del pulso rítmico de aquella banda en la que los Neville formaron filas en los 60 y 70, The Meters.

Noche con tensión ejecutiva, el tacto terso de las guitarras, a cual más incisiva, en contacto con los coros en falsete de 'Blood is thicker than water' (de su reciente 'The royal gospel') y el 'groove' envolvente de su versión de 'Fire on the mountain', de The Grateful Dead. Acercándose tanto al hard rock como a la libidinosidad de James Brown, culminando la sesión con un 'Yellow moon', de The Neville Brothers, pasado por Jamaica y recordando, con 'Everyday people', de Sly and the Family Stone, que, pese a su regio abolengo, la hermandad tiene los pies en el suelo.

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