CRÓNICA DE MÚSICA

Peter Murphy, 'crooner' de la tiniebla

El excantante de Bauhaus exhibió carisma en un repaso a su carrera en formato semiacústico en Apolo

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Las canciones de Peter Murphy, en solitario o con Bauhaus, generalmente envueltas en atmósferas muy elaboradas y con invasivas capas de electricidad, pueden caminar con instrumentaciones sucintas, reducidas a su esencia melódica y su texto. De eso va ‘Stripped’, su actual gira, un formato anunciado como “semiacústico” que permitió al cantante británico desplegar genio y figura aunque quizá algunos fans echaran de menos un poco más de volumen y una buena batería.

Fue una noche para degustar al Murphy ‘crooner’, que entró en escena sentándose en un taburete y brindándose al esplendor melodramático de piezas de su obra individual, de ‘Cascade’ a ‘Marlene Dietrich’s favourite poem’ a través de ‘All night long’ e ‘Indigo eyes’. Exhibió buenas condiciones vocales y se bastó con las líneas de bajo de Emilio ‘Zef’ China y las guitarras de John Andrews para levantar esas canciones ricas en poder evocador.

EL INFLUJO DE BOWIE

Anunció luego “un homenaje a David Bowie” y rescató una de sus piezas más intrigantes, ‘The Bewlay brothers’, la que cierra el álbum ‘Hunky dory’ (1971), cuya letra ha sido generalmente asociada a la esquizofrenia de su hermanastro Terry. Adaptación con precisa caligrafía y sentimiento, en la que Murphy tomó la guitarra acústica y China cambió el bajo por el violín.

Con ‘Strange kind of love’, Murphy se levantó y buscó un contacto más cercano con el público a la vez que el repertorio derivaba hacia la obra de Bauhaus, con un ‘King volcano’ fiel a sus formas de telúrico cántico folk. El cantante, con camisa blanca y chaleco negro, espalda erguida y extendiendo graciosamente la mano hacia las primeras filas. Gritos de “¡torero!” mientras entonaba ‘Gaslit’ camino de ‘Lion’, la canción que da título a su último disco, lanzado hace dos años.

El legado de Bauhaus dominó el bis con ‘All we ever wanted was everything’, ‘Hollow hills’ y el clásico ‘Bela Lugosi’s dead’, con su bucle obsesivo y alzando la voz en su tramo final. Aún sin una banda completa, ese repertorio transmitió una intensidad perturbadora. Pero, tras hora y cuarto de recital, las peticiones populares de un segundo bis quedaron sin atender.