CRÓNICA

Level 42, en la burbuja de los 80

La banda británica ofreció una eficiente sesión de 'revival' en Razzmatazz con un recital basado en sus éxitos funk-pop

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Los miembros de Level 42Level 42 saben que el público de sus conciertos ni espera ni desea canciones nuevas, ni les pide que evolucionen ni que maduren, sino que hagan el favor de tocar uno a uno todos los ‘hits’ de aquellos maravillosos años 80 para así retroceder en el tiempo y sentirse, quizá, más jóvenes o embriagados por el dulce perfume de la melancolía. De eso fue su regreso a Barcelona, este viernes, en Razzmatazz, dentro de la programación del Room Festival.

Si los conciertos de ‘revival’ son un género dentro del pop, en esa categoría el de Level 42 fue un ‘must’. Una banda cuyo historial creativo está prácticamente cerrado y que recrea, casi diríamos que celebra, sus logros pasados con eficiente convicción, una interpretación sin mácula y sentido del espectáculo. Banda ampliada con tres metales, dando cuerpo a sus construcciones ‘funky’ sin depender en exceso de esos sonidos de sintetizador trasnochado. Arreglos puestos al día, pero solo un poco.

SONORIDAD FELIZ

Secuencia de canciones dinámica, abriendo con ‘Heaven in my hands’ y combinando los falsetes de ‘Micro kid’ con el tacto satinado de ‘Overtime’ y las dulces armonías vocales de ‘World machine’ con el ritmo nervioso de ‘Forever now’. Canciones que no reproducen fórmulas aunque desprenden un sonido Level 42 muy reconocible: reluciente, optimista, sin quejas ni angustia. Incluso la balada crepuscular de la noche, ‘It’s over’, tuvo más melodrama telenovelesco que drama.

Y luego tenemos el pulgar de la mano derecha de Mark King, sustento de la arquitectura de Level 42 con sus poderosas pulsaciones ‘slap’ en ese bajo de mástil decorado con luces de colores cambiantes. Estética ‘kitsch’ decorando ese toque orgánico ‘funky’, en conexión con el jazz y la música disco.

Pero aunque se sirviera de esos ingredientes, esta es una banda pop cuyo valor más reconocido son ‘hits’ de radiofórmula y discoteca como ‘Running in a family’ (que sonó pronto, la tercera de la noche) y ‘Lessons in love’, situada en medio de un ‘crescendo’ final en el que Mike Lindup, el teclista histórico, tomó la voz cantante (‘The sun goes down’, ‘Starchild’) camino de otros clásicos, ‘Hot water’ y 'Love games'. Ahí inyectaron la única partitura de la noche firmada en el siglo XXI, ‘Build myself a rocket’, grabada en el 2013 aunque podría haber pasado como otra canción de los 80. Una década en la que Level 42 decidieron hace tiempo vivir felizmente a perpetuidad.