CRÍTICA DE MÚSICA
La Oreja de Van Gogh, el culto a la canción
El grupo donostiarra exhibió en Porta Ferrada su fidelidad al pop melódico fundiendo sus clásicos y el material del nuevo disco, 'El planeta imaginario'
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO / SANT FELIU DE GUÍXOLS
Así como hay grupos pop que, pasados los años, se sienten empujados a abrirse a otros estilos, a evolucionar, a madurar, a parecer más profundos o inquietos, La Oreja de Van Gogh sigue más o menos allí donde estaba, en la búsqueda del estribillo emotivo y la rima perfumada. Objetivos que no deberiamos calificar como menores, y que permiten al grupo donostiarra presumir de repertorio, como se pudo apreciar este lunes a su paso por el Festival de la Porta Ferrada.
Su actual cantante, Leire Martínez, ya no es “la nueva”, lleva nueve años con el grupo, con el que ha grabado tres discos de estudio. Su voz tiene más cuerpo que la de Amaia Montero, si bien el timbre no es muy distinto y se adapta a las canciones de todas las épocas que el grupo abordó en Sant Feliu de Guíxols. Potenciando las de la era moderna y las de su último disco, ‘El planeta imaginario’, como ‘Estoy contigo’, que abrió la sesión con su atmósfera intensa y su guitarra a lo The Edge.
La caza del estribillo ideal
La Oreja ofreció un recorrido por esa versión moderna de sí misma y demostró que su ambición en la vida es dar con ese estribillo bonito y emocionante que puede cambiarle a uno el día. Ni más ni menos que eso. Y ahí estuvieron estimables piezas de nuevo cuño como ‘Intocables’, ‘Esa chica’ o ‘Diciembre’, con pinceladas de guitarra acústica o ‘slide’, y de su pasado reciente, como esa ‘Europa VII’ de aires espaciales, con theremin y todo. Salpicando el repertorio, rescates de la ‘era Amaia’: ‘Cúidate’, con su guiño al ‘Donosti sound’ (“sin ti, nunca podré escuchar / a La Buena Vida más”), ‘Rosas’, ’20 de enero’… Y una cuña desenchufada en que Pablo Benegas tocó el ukelele y que culminó con su canción anti-violencia doméstica ‘No vales más que yo’.
Leire Martínez utilizó la primera persona del plural y pareció hacer más de portavoz del grupo que de sí misma: se refirió a las composiciones de “cuando teníamos 20 años” pasando por alto que ella ingresó en la formación una década más tarde. Como si La Oreja primara la idea de banda unitaria por encima de las individualidades, con la canción, y no la cantante, en el centro de la imagen.
Y manteniendo el pasado a raya: aunque en el tramo final no faltaron algunos clásicos (‘Muñeca de trapo’, ‘La playa’ y hasta ‘Puedes contar conmigo’, compuesta por la ausente Amaia), el grupo recordó que su era moderna no anda coja de ‘hits’, como ‘El primer día del resto de mi vida’ o ‘La niña que llora en tus fiestas’, con subidón electro-trance incluido. Nostalgia, la justa.
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