CRÓNICA

Chambao, la penúltima noche

El grupo de Lamari se despidió del público barcelonés en el Palau con un recorrido a su obra con citas a su último disco, 'Nuevo ciclo'

Lamari, en el concierto de Chambao en el Palau de la Música

Lamari, en el concierto de Chambao en el Palau de la Música / periodico

Jordi Bianciotto

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Chambao anunció su disolución la pasada primavera y, desde entonces, cada noche es una despedida, como indicó este miércoles Lamari en el primero de los dos conciertos del grupo en el Palau. Pero este Chambao ya estaba lejos del Chambao original, creado en el 2001 a partir de la unión de varios músicos malagueños con el productor holandés, ya fallecido, Henrik Takkenberg. “Hace un montón de años que ando sola dentro de un grupo, algo que es difícil de explicar”, explicó la cantante, que en el futuro operará bajo su nombre.

Así que el ‘Nuevo ciclo’ anunciado en su último disco, lanzado hace año y medio, era en realidad un fundido, o quizá el pórtico de la transformación en esta Lamari solista que, según avanzó en el Palau, tendrá un tacto más orgánico que el de Chambao. “No llevaremos electrónica, será todo en vivo y en directo”, anunció tras dar por concluida una etapa de “16 años de gloria bendita”. Noche de crepúsculo, pues, antes de que caiga el telón (la última función será el 13 de enero en el Wizink Center, de Madrid), en la que Chambao escenificó su música aromática, cruce de flamenco ligero con reflejos de rock andaluz, tocada por textos un tanto ‘new age’. “Despertar mis sentidos, fundirme con el aire”, se dijo Lamari a sí misma en la primera canción, ‘Detalles’.

De Jamaica a Cuba

El guión de la noche fue parecido al del pasado febrero en el mismo escenario, también dentro del Festival del Mil·lenni, aunque sin los invitados especiales de aquella ocasión. Así, viajamos del flamenquito emotivo de ‘Duende del sur’, que Lamari cantó paseando por la platea, al ‘groove’ vagamente jamaicano de ‘Desde el origen’, con desvíos hacia el jazz latino en la cita a las lejanas ‘Playas de Barbate’, canción de sus inicios, o ‘Despierta’. Los metales, en particular la flauta travesera, pusieron un acento original, con sabor ancestral, a canciones a veces necesitadas de carácter. También la inclusión del colorista tres cubano en ‘Roé por la escalera’.

Ofrecieron su “pequeño homenaje” a Camarón con ‘Rosa María’ y envolvieron el Palau con sus mensajes encaminados a la evasión anímica (‘Imagina’) y a la superación personal a través de imágenes poéticas edificantes aunque difusas: esa ‘Pokito a poko’ que clama por “caminar para ir creciendo” y no “andar por andar”. Chambao tiene algo de estado mental más allá de la música, de soporte acogedor para salir del concierto emocionalmente rearmado.

Las raíces sureñas afloraron en su forma más desnuda en el bis, cuando el grupo cobró forma acústica, con sillas, guitarra flamenca y cajón, y fundió piezas como ‘Camino interior’ y ‘Olvidarme de ti’ con ‘Volando voy’, de Kiko Veneno, camino de ese ‘Papeles mojados’ inspirado en los inmigrantes y refugiados, y el punto y final con ‘Ahí estás tú’. Esta deslizó un mensaje que bien podía dirigirse al público en esta noche de despedida. O de hasta luego: como exclamó la cantante, después de Chambao “¡viene Lamari!”.