CRÍTICA (SIN 'SPOILERS')

'Star Wars: el despertar de la fuerza': una copia reverente

Ambiente galáctico en el estreno de 'Star Wars 7' en Barcelona

NANDO SALVÀ

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¿Por qué, en 'Star Wars: el despertar de la fuerza', C-3PO tiene un brazo rojo? Para que los fans tengan que comprarse otra vez el muñequito, claro. Pero, además, esa capa de pintura resulta muy elocuente acerca de una película que, en pocas palabras, es ligeramente distinta pero esencialmente lo mismo. La Rebelión se ha convertido en la Resistencia y el Imperio en la Primera Orden. La Estrella de la Muerte ha estado de reformas, y los androides son más adorables que nunca, pero al final Chewbacca sigue siendo Chewbacca.

'El despertar de la fuerza' contiene tantos homenajes a 'La guerra de las galaxias' (1977) –¿robos?–  que sería fácil considerarla un 'remake' más que una secuela. Hay un huérfano que descubre su conexión con la Fuerza; un robot que posee información esencial en su interior; una cantina donde se reúne la fauna interplanetaria de mal vivir; un planeta/arma que debe ser destruido; y héroes viejos que deben dar paso a héroes nuevos que, de hecho, también son fans de 'Star Wars'. Hasta el nuevo villano imita a Darth Vader. Los fans amarán esta película, porque ha sido diseñada escuchando sus demandas y listas de agravios. Atrás quedan las precuelas, con sus debates senatoriales y Jar-Jar Binks. De vuelta está Han Solo al mando del Halcón Milenario y, de fondo, esa melodía de John Williams que se niega a envejecer.

BUENOS Y MALOS

También, por supuesto, hay excitantes batallas y persecuciones, y duelos de espadas luminosas, e intriga relacionada con el retorno de Luke, Han y Leia. El humor, más frecuente de lo esperable, funciona de forma impecable. Y los personajes, los nuevos y los viejos, son tratados con genuino afecto. Eso es lo bueno. Lo malo es que las secuencias se sostienen sobre las coincidencias y el desdén por la cohesión narrativa, y que las razones del conflicto dramático primordial permanecen oscuras a pesar de todos esos diálogos expositivos: al final todo se reduce a la lucha entre dos bandos porque unos son buenos y los otros malos. Para explicar algunos puntos argumentales esenciales habrá que tener fe en el Episodio VIII. Y es que 'El despertar de la fuerza' pasa tanto tiempo persiguiendo la magia original de 'Star Wars' que no llega a funcionar en sus propios términos. Podríamos pasar horas poniendo verdes las precuelas, pero al menos expandieron el universo de la saga e intentaron algo diferente.

El director J.J. Abrams ha creado una reverente copia, corrigiendo defectos pasados e introduciendo nuevos personajes sobre los que puedan descansar futuras entregas, pero sin entender que el contexto, el significado o el impacto cultural son irreproducibles. Como ya demostró en 'Star Trek' y aquí confirma, está claro que sabe complacer a la industria y el público por igual, pero no del todo que sea capaz de contar cosas o generar emociones propias. Tal vez, es cierto, su reciclaje tenga que ver con la naturaleza cíclica de la tradición mítica que la saga abraza. O tal vez la innovación no sea prioridad cuando se trata de 'Star Wars'. Pero ya que vamos a seguir paseando por la galaxia, quizá se nos debería permitir explorar sus rincones desconocidos.