CRÍTICA DE CINE

'Goodbye Berlin': dos en la carretera

Un par de jóvenes desubicados del mundo se lanzan a un viaje de carretera en el filme del alemán Fatih Akinse con aires noventeros

QUIM CASAS

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El cineasta alemán de origen turco Fatih Akin continúa buscando su lugar en el mundo más de una década después de 'Contra la pared' (2004), el filme que le dio a conocer internacionalmente aunque no supusiera ninguna innovación ni revolución.

Ahora, con 'Goodbye Berlin', incide en la línea “leve” de otras de sus propuestas –la comedia culinaria 'Soul kitchen', por ejemplo– para adentrarse por los caminos algo manidos del retrato de adolescencia complicada y el relato 'on the road'. La crudeza de antaño, o el carácter más de observación que represento su estupendo documental 'Cruzando el puentes: los sonidos de Estambul', han quedado atrás.

De eso trata 'Goodbye Berlin', sin sorpresas, adolescencia y viaje de teórico conocimiento. Dos chavales de 14 años en la carretera. Uno es de familia rica y disfuncional. Su madre alcohólica ingresa en una clínica de rehabilitación. Su padre se va de viaje de negocios. Solo en la mansión familiar, en plena canícula veraniega, recibe la visita de un compañero de clase, inmigrante ruso, que no encaja con nada ni con nadie. Pura agresión, pero cada vez menos a medida que avanza la historia. El chico marginado ha robado un coche y deciden lanzarse a la carretera.

Planteamiento claro, itinerario disperso. Dos jóvenes desubicados del mundo rumbo a lo desconocido. Algunas paradas en el camino pueden tener gracia o interés, pero la película, en general, por situaciones y resoluciones formales bastante de los 90, deja una irremediable sensación de 'déjà vu'.

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