CRÍTICA DE CINE

'Ghost in the shell': androide con conciencia

Scarlett Johansson da lustre a una una película que, contra pronóstico, no se resuelve como una historia tópica articulada a base de efectos digitales

QUIM CASAS

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Primero fue el manga de Masamune Shirow. Después la adaptación en dos películas en formato anime a cargo de Mamoru Oshii, la primera de ellas, una de las piezas clave de la narrativa cinematográfica 'cyberpunk'. Hubo tiempo también para una serie de televisión y ahora el salto de Japón a Hollywood en imagen real. 'Ghost in the shell', o las dudas, a veces existencialistas, en otros momentos de lo más simple, de un organismo formado por tejido sintético y un cerebro humano. No es exactamente la versión femenina del personaje de 'Robocop', el policía-robot de Detroit, ya que el contexto y las cualidades del personaje son bien distintas.

La presente adaptación de 'Ghost in the shell' no habría tenido mucho sentido sin el concurso de Scarlett Johansson, convertida en los últimos años en 'action woman' con considerable clase: la Viuda Negra en las entregas de 'Los Vengadores', 'Iron Man' y 'Capitán América', o la guerrera tecnológica de 'Lucy'. Su personaje de híbrido-cyborg, de gestos precisos, expresiones parcas, facciones hieráticas, mirada gélida y atisbos entrecortados de emoción, resulta aún más consistente. Da mejor juego en una película que, contra todo pronóstico, no se resuelve como una historia tópica articulada con un buen dispositivo de efectos digitales.

Al igual que la mujer que piensa como un ser humano pero se mueve y lucha como un androide de lo más sofisticado, 'Ghost in the shell' tiene momentos -tan aislados como la conciencia de la protagonista- en los que el drama mesurado se impone a la acción y la atmósfera 'cyberpunk'. Takeshi Kitano, con su personaje oscuro pero solvente, contribuye a otorgarle una pátina estilizada y aboca el relato hacia los confines de un 'film noir' de un futuro quizá no tan lejano.