CRÍTICA DE CINE
Crítica de 'Fast & Furious 8': una explosión de acción voluptuosa
El frenético filme de F. Gary Gray presenta momentos realmente brillantes, como la escena del submarino en el hielo y la de los coches zombi
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
QUIM CASAS
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De la primera entrega de 'Fast & Furious', 'A todo gas', realizada en el 2001, ya solo quedan, inasequibles al desaliento, Vin Diesel y Michelle Rodríguez. Aquí se traicionan, o eso parece, pero siguen siendo la columna vertebral de una serie de acción voluptuosa y tecnológica -que empezó siendo solo una serie de filmes con coches- que por el camino ha perdido a su otro puntal, el actor Paul WalkerPaul Walker.
Otros dos duros con mayor talento para el 'thriller' de acción (Jason Statham) o la auto-parodia (Dwayne 'The Rock' Johnson), así como el siempre solvente Kurt Russell en plan heredero de la serie B de John Carpenter, se han ido incorporado a la serie, y aquí gozan de casi tanta ración de protagonismo como el imperturbable Diesel, que no pestañea ni cuando conduce su coche a reacción ni cuando abraza tiernamente a su novia.
En la octava entrega se las ven con una terrorista cibernética a la que Charlize Theron procura un homérico exceso de maldad y perversión. Y todo por el hijo de Diesel, un chavalín que se lo pasa pipa escuchando música con auriculares mientras otros le defienden a mamporro y pistoletazo limpio.
Hay dos momentos realmente brillantes. Uno atañe a un submarino atómico que persigue bajo el lago helado a los protagonistas en sus bólidos, y emerge de entre el hielo cual Moby Dick melvilliano arremetiendo contra el barco ballenero del capitán Ahab. El otro, muy original, se centra en el control que la ciberterrorista ejerce sobre los coches en la ciudad: los automóviles, descontrolados, sin que sus conductores puedan hacer nada, corren por las calles, chocan entre sí o se arrojan, como si fuera una lluvia de ranas, desde lo alto de un párking. Son los coches-zombie, una excelente idea de guión mejor puesta en escena por F. Gary Gray por la que vale la pena echarle un ojo al último jalón de esta larguísima y apabullante serie.
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