CRÍTICA DE CINE

'Boris sin Béatrice': arma sin filo

Aunque la nueva película del quebequés Denis Côté pretende atacar a la burguesía, termina legitimando sus valores de privilegio extremo

NANDO SALVÀ

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Crítico de cine reconvertido en cineasta habitual en el circuito de festivales, el quebequés Denis Côté ha dedicado su corta pero prolífica carrera tras la cámara a retratar la clase trabajadora y el lumpen, de modo que su novena película es algo así como un desvío. Como 'Teorema' –su más que probable fuente de inspiración– 'Boris sin Béatrice' funciona a modo de ataque a la burguesía y sus miserias.

La película pone el foco en Boris Malinovsky (James Hyndman), un empresario extremadamente rico que se pasea por la vida como si poseyera el mundo, derrochando arrogancia y escupiendo sarcasmo. Boris está casado con Béatrice (Simone Élise-Girard), que es víctima de una melancolía tan aguda que permanece en un estado casi vegetativo. Un día, el hombre empieza a recibir las visitas de una misteriosa figura que le acusa de ser el culpable de todos los males de su esposa y lo precipita a una crisis de identidad.

Nada de lo que sucede a partir de ese momento es particularmente sustancioso. Côté en ningún momento logra implicarnos en la narración, en buena medida porque Boris en ningún momento deja de ser un personaje profundamente antipático. Igualmente problemática es su forma de criticar a la burguesía y al mismo tiempo arreglárselas para legitimar los valores burgueses. Al final, para redimirse y salvar a su esposa Boris no necesita más que respetar el matrimonio y la familia, y seguir disfrutando sin reparos morales de su situación de privilegio extremo.

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