CRÍTICA

'Los odiosos ocho': Tarantino, el cineasta sin límites

QUIM CASAS

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{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Los odiosos ocho\u00a0\u2605\u2605\u2605\u2605\u2605","text":"Direcci\u00f3n:\u00a0Quentin TarantinoCon:\u00a0Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Tim Roth, Michael Madsen, Bruce DernT\u00edtulo original:\u00a0'The hateful eight'Pa\u00eds:\u00a0Estados UnidosDuraci\u00f3n:\u00a0187 minutosA\u00f1o:\u00a02015G\u00e9nero:\u00a0W\u00e9sternEstreno:\u00a015 de enero del 2016"}}

Aunque cada película de Tarantino puede encuadrarse en un género concreto, la realidad es que siempre hace mixturas genéricas del mismo modo que mezcla influencias visuales y musicales. 'Kill Bill' tenía elementos de 'thriller' occidental, relato de yakuzas, artes marciales, 'anime' y 'La novia vestía de negro' de Truffaut, y Tarantino reconocía que 'Malditos bastardos', un filme bélico ambientado en la segunda guerra mundial, estaba planteado como un wéstern.

Así que 'Los odiosos ocho' sería el tercer wéstern conceptual del director. Pero si la inspiración de 'Django desencadenado' era preclara –el spaghetti wéstern–, la de 'Los odiosos ocho' resulta mucho más tumultuosa y por eso mismo enriquecedora e inclasificable. Porque esta no es una película del Oeste normal: tiene elementos de wéstern estadounidense, de euro-wéstern, 'thriller', 'giallo' y relatos de Agatha Christie al estilo de 'Diez negritos', con una serie de personajes sospechosos, un crimen que resolver y un único decorado.

Puede sorprender el empecinamiento de Tarantino en rodar el filme en Ultra Panavision 70 mm, un formato que pocos directores de fotografía manejan y con el que no están familiarizadas las nuevas generaciones de proyeccionistas. Sorprende porque es un wéstern de cámara, ambientado en un espacio inalterable: una espaciosa cabaña situada en medio de unas montañas nevadas, baqueteada por una ventisca terrible y con una puerta que debe clavarse con tablones cada vez que se abre y se cierra.

BELLA, VIOLENTA, FLUIDA

Pero si Tarantino escribe diálogos como no lo hace nadie más en este mundo (cinematográfico), también filma como pocos. Y el partido que le saca a los interiores es tan inmenso como el que extrae de las pocas escenas en exteriores: una diligencia, unos caballos, unos pocos personajes que desconfían unos de otros y un espacio nevado como el de un wéstern mayúsculo, 'Track of the cat'.

'Los odiosos ocho' es bella en exteriores, violenta en interiores, siempre muy fluida: sus tres horas pasan como en un espasmo. Juega con el espectador de muchas formas (una carta de Lincoln a modo de McGuffin, la introducción de una voz narradora omnisciente a partir de un determinado momento que nos coloca fuera del relato), va de un personaje a otro con absoluta facilidad y hasta rinde homenaje a John Carpenter en la suma de Kurt Russell, la nieve y la música de Morricone: el resultado es 'La cosa', que también era un wéstern, aunque de ciencia ficción.