CRÍTICA DE CINE

'Felices sueños': la familia y la fantasía

QUIM CASAS

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Aunque relata los aspectos fundamentales de un hombre entre la infancia y la madurez, 'Felices sueños' acude a símbolos del imaginario fantástico clásico para expresar mejor las dudas y temores del personaje. Así, 'Belphégor' (el fantasma del Louvre convertido en hito televisivo francés en 1965), 'La mujer pantera' y 'Nosferatu' aparecen en determinados y determinantes pasajes de la película y, con la visión que de ellos tiene el protagonista cuando es niño o adulto, podemos entender un poco mejor por qué al personaje le cuesta tanto superar la desaparición traumática de su madre cuando tenía nueve años.

'Felices sueños' no es un ejercicio cinéfilo. Las citas, las imágenes que se ven por un televisor de 'Belphégor' y 'La mujer pantera', o el rostro del vampiro de Murnau proyectado sobre una gran pantalla durante una fiesta, sirven a la historia, al personaje y su evolución. Pierde a su madre, se distancia del mundo y se refugia en la invocación del fantasma del Louvre, que de pequeño le daba miedo -y su madre le protegía- y de mayor le da confianza: Belphégor es quien ahora le protege.

La película juega bien con tiempos distintos. Massimo, el protagonista, baila con su madre cuando es pequeño, es reportero en el conflicto de los Balcanes, va al fútbol con su padre, intenta ordenar una existencia dispersa marcada por la tragedia familiar. Bellocchio siempre se ha revelado contra los órdenes institucionales, incluida la familia. Pero su estilo no es ahora el más rabioso de 'Las manos en los bolsillos' (1965), sino más contenido y fabulador. 

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