CRÍTICA

'Calle Cloverfield 10': refugio o prisión

NANDO SALVÀ

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¿Qué tiene esta película que ver con 'Cloverfield' (2008), aquel rutilante ejemplo de falso metraje encontrado sobre un monstruo que devasta la ciudad de Nueva York? Quizá este dato resulte ilustrativo: fue concebida con el título 'The Cellar', y rodada y editada antes de que nadie tuviera la idea de convertirla en parte de una saga. Y, a diferencia de su predecesora, 'Calle Cloverfield 10' está más influenciada por Hitchcock que por el cinetismo nervioso de las cámaras en primera persona.

Sus primeros 90 minutos son, en esencia, una pieza teatral precisamente construida sobre tres personas recluidas en un búnker. Misterios como quiénes son, quiénes de ellos son de fiar y qué sucede afuera se bastan por sí solos -no hay ostentosos trucos de cámara ni grandes filigranas visuales- para crear una asfixiante atmósfera de tensión, claustrofobia y paranoia.

Al menos es así hasta que un giro final atenúa el suspense creado, con un abrupto cambio de tono vinculado a las expectativas que la presencia de la palabra Cloverfield en el título genera. La película proporciona respuestas que resultan no ser particularmente interesantes, pero disponer de ellas no cambia nada. Lo que nos hará recordarla con aterrada admiración es el placer de no saber.