Ideas

Corta allá

JAUME
SUBIRANA

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Ahora que el símbolo del tiempo son unas tijeras (y, según cómo, una podadora) quizá valdría la pena antes de ponernos a cerrar equipamientos, líneas de ayuda y programas culturales hacer un cálculo rápido no solo de lo que se supone que nos ahorraremos sino también de las consecuencias que comportará el ahorro, de lo que costará retomar (o reconstruir) ciertas relaciones y actividades el día que volvamos a tener recursos y el mal que pueden hacer los recortes en algunos sectores enraizados en el país, difíciles de regenerar y hasta hace no mucho considerados estratégicos. No es lo mismo cerrar una línea de AVE inútil o dejar de construir una piscina en la embajada de Riad que clausurar un festival que ayuda a mantener la vida cultural en un pueblo o dejar de pagar las ayudas debidas al tejido asociativo. No es lo mismo, pero el AVE y las embajadas nadie los cuestiona y con la cultura cualquier ministrillo se atreve.

Salvador Espriu(de quien el año que viene celebraremos, parece que sin presupuesto, el centenario) dejó escrito que nunca debe morir todo un pueblo por un solo hombre. Tampoco por una mujer. Quiero decir queAngela Merkel, Esperanza AguirreyAlicia Sánchez-Camachopueden ir diciendo su misa, pero mientras estaría bien que los que no somos ultraliberales ni lingüicidas nos pusiésemos de acuerdo sobre dónde poner los diques de contención contra la demagogia aplicada al desmantelamiento de lo público en relación con la cultura. O acordamos que una biblioteca es tan importante como una escuela y esta tanto como un CAP o lo perderemos todo (bueno, todo no: la escuela y el CAP se privatizarán), empezando claro por la biblioteca. O acordamos que una lengua es tan patrimonio como el Prado o una catedral o veremos cómo hay dinero público para restaurar un cuadro pero no para conservar y difundir nuestras palabras. La cultura vive y florece con la crisis, pero sus protagonistas, escenarios y mecanismos sufren con las podas. Cuidado entonces con la podadora.