ESTRENO TEATRAL

'Els cors purs', teatro narrado y atmosférico

El excesivo peso de la oralidad lastra la poética y visual propuesta de Oriol Broggi en el Romea

Miranda Gas, junto a Jacob Torres y frente a Borja Espinosa,en 'Els cors purs'.

Miranda Gas, junto a Jacob Torres y frente a Borja Espinosa,en 'Els cors purs'. / BITO CELS

JOSÉ CARLOS SORRIBES / BARCELONA

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Quedarse en la zona de confort, aquella que le ha llevado a resultados óptimos, es uno de los riesgos del oficio de artista. De ahí que abandonar una actitud conservadora y buscar la experimentación, traspasar umbrales en busca de nuevos lenguajes y formas expresivas, merece de antemano el aplauso. Luego el producto final puede quedar por debajo de las intenciones previas, como le ha ocurrido a Oriol Broggi con ‘Els cors purs', una versión teatral del cuento 'Mary de Cork', integrado en la novela de Joseph Kessel de igual título que la obra. Tanta es la emoción que se quiere transmitir que termina atrapada en una solemnidad y un esteticismo de digestión algo pesada.

Es bien sabido que Irlanda e Italia son dos mundos referenciales para el director de La Perla 29. Y su relato nos lleva esta vez a la Irlanda de los años 20 del siglo pasado, en medio de la guerra civil que siguió a la declaración de independencia. El conflicto también lo vive una joven pareja, Beckett y Mary, cuyo amor se ve dañado trágicamente por ese entorno cruento. Él es partidario de los republicanos favorables al tratado anglo-irlandés y ella, de los irregulares del IRA.

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A partir de ahí, Broggi junto a tres actores (Miranda Gas, Borja Espinosa y Jacob Torres) y tres músicos (Carles Pedragosa, Júlia Ribera y Marc Serra), despliega un homenaje a tradiciones y situaciones irlandesas mediante la palabra, la música y la atmósfera. Palabra hay mucha, y bien dicha en su elevado tono poético; acción dramática, bastante menos. La oralidad de 'Els cors purs' es su apuesta y se convierte en su inconveniente. Porque en el teatro suele ser arriesgado que se cuenten los hechos, las diferentes situaciones, en lugar de que sucedan en el escenario. De hecho así ocurre casi siempre, salvo cuando llega el reencuentro entre Beckett y Mary. Entonces la combustión teatral sube y se agradece.

UNA MELANCOLÍA MUY IRLANDESA

Si Broggi perseguía crear una atmosféra sí lo ha conseguido tejiendo una melancolía tan irlandesa. Fuerza visual y poética tienen imágenes como la del vuelo de los protagonistas, o las proyecciones que subrayan (en exceso por momentos) lo que se dice en escena. También la música (con el guiño para espectadores maduros del 'I wish you were here', de Pink Floyd) gana enteros cuando es más festiva, y no tanto cuando quiere abundar en la emoción con fondo de piano, un recurso facilón que nunca falla en estos casos.

La música sí se eleva cuando le pone su voz Miranda Gas, una extraordinaria cantante y una actriz de gran presencia y dicción, llamada a seguir la estirpe familiar. Es la revelación de 'Els cors purs', al lado de Borja Espinosa, otro nombre en auge, y de Jacob Torres, un todoterreno de garantía asegurada.