El corredor de fondo

J.K. Simmons, el autoritario profesor de 'Whiplash', se ha llevado una cantada, y merecida, estatuilla a mejor actor de reparto

El corredor de fondo_MEDIA_1

El corredor de fondo_MEDIA_1

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Probablemente el Oscar al mejor actor secundario sirva para que más gente llame a J.K. Simmons por su nombre real en lugar de «el tío aquel… que salía en la peli aquella».

Su físico es imponente, su voz, sobrecogedora, pero hasta la fecha Simmons ha brillado en papeles secundarios de pocas pero cortantes líneas. En Whiplash aún no es protagonista, pero casi. Y como de costumbre, deja huella.

El del profesor Terence Fletcher es un papel en su línea más trabajada, la de figura autoritaria que, en mayor o menor grado, esconde humanidad. Simmons ha sido muy a menudo malo, poli, jefe, padre. Despuntó como actor teatral en el papel del coronel de métodos dudosos de Algunos hombres buenos -su papel anterior más parecido a Fletcher-, ejerció como temible neonazi en la serie Oz y, ya en el cine, explotó la posible comicidad de su severidad con grandes como los Coen (Quemar después de leer) o Sam Raimi (tras rodar con él Entre el amor y el juego y Premonición, se convirtió en jefe de Peter Parker en el Daily Bugle).

Los papeles como protagonista de J.K. Simmons son raros; el primero y, diría único, fue en el 2011 en La música nunca dejó de sonar, sobre un padre buscando la forma de acercarse a un hijo con dificultades para crear recuerdos. ¿Llegarán otros?