Contra el tejido cultural

XAVIER BRU DE SALA

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Justo antes de la campaña, el Cercle de Cultura convocó un debate con los candidatos al Ayuntamiento de Barcelona sobre sus propuestas culturales. Con una única excepción, que pasará a la oposición, las intervenciones fueron muy pero que muy lamentables. Los asistentes, de un nivel superior a los miembros de la mesa, estaban entre alucinados e indignados, sobre todo con los que se presentan en nombre de los indignados. No puedo imaginar qué habría pasado si una sesión conceptualmente tan pedestre hubiera transcurrido, en una ocasión similar, no en París o Roma, sino en Lyón o en Florencia. ¡Vaya escándalo!

Por lo poco que se hacían entender los ponentes, preparados solo sobre el papel, el denominador más común, sobre todo de los que han ganado y gobernarán Barcelona consiste en sustituir tejido cultural por tejido social. Hostilidad manifiesta, nada disimulada. Profesionales de la cultura, de todos los ámbitos, temblad. Poco conseguiréis con protestar porque enseguida pasaríais por contrarrevolucionarios y no disponéis de la opción de exiliaros a Miami. Si la capitalidad cultural de Barcelona subsiste, mejor dicho resiste, no será con la complicidad del Ayuntamiento.

Tantos años de lucha para liberar la cultura de la férula de la política, tanta pedagogía para convencer de que la cultura debe de ser independiente, autónoma, crítica y plural, para tener que sufrir ahora, y desde la propia izquierda, una instrumentalización descarada y flagrante en nombre de unas ideas de cambio y transformación dispuestas a cargársela tanto si se somete como si no.

La mejor estrategia de supervivencia que se me ocurre consiste en reclamar un nuevo pacto cultural, orientado a facilitar la creación, la innovación y la conciencia crítica, también hacia el poder, por muy de izquierdas que sea. Si no es así, el daño puede ser grave. No digo que irreversible porque la ciudad dispone de mucho más empuje y talento que el consistorio, pero sí preocupante. Muy preocupante.