CIENCIA FICCIÓN

'El congreso', la imagen escaneada

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Ari Folman

Conocido por Vals con Bashir, un filme que reconstruía en formato de animación una matanza de palestinos perpetrada en Líbano en 1982, el cineasta israelí Ari Folman propone en El congreso un interesante juego especulativo con la realidad y la ciencia ficción, con el cine con personajes reales y la fantasía de animación.

Para empezar, Folman necesitaba de la complicidad específica de una actriz -que no debe construir un personaje ajeno, sino interpretarse a sí misma- como Spike Jonze necesitó de la concreta complicidad de un actor para hacer realidad Como ser John Malkovich. Y Folman la ha encontrado en una excelente Robin Wright, quien no interpreta a otra que no sea Robin Wright, es decir, la antigua estrella juvenil de Hollywood (La princesa prometida) que se encuentra ahora en la misma situación a la que se enfrentan tantas actrices estadounidenses una vez rebasados los 45 años de edad.

En la línea de algunos filmes de Andrew Niccol, como Simone, donde se generaba una estrella cinematográfica por ordenador, El congreso muestra, a partir de un relato de Stanislaw Lem, como Robin Wright debe aceptar ser escaneada y convertida en una copia estandarizada con la que trabajarán los estudios.

Película precisa y crítica sobre la actual situación de Hollywood, se empantana un poco en toda su segunda parte, en la que mediante un tipo de animación muy personal pero a veces algo feísta, se muestra la asistencia de la actriz a un congreso que rebela el cambio drástico de un mundo que ya no volverá. QUIM CASAS