Reflexiones sobre la hiperconexión

Conectarse o desconectarse, esa es la cuestión

Libros como 'Contra el rebaño digital' explican el poder de las redes sociales y cómo afectan a las personas

Dos jóvenes, con un libro y una tableta digital, dos formas de leer.

Dos jóvenes, con un libro y una tableta digital, dos formas de leer.

CATALINA GAYÀ
PALMA

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Este artículo está escrito sin que la autora esté conectada a internet y con el teléfono móvil -unsmartphonecon Twitter, Whatsapp, Facebook, Tuenti, Skype, Youtube, Myspace- desconectado. La sensación al empezar el texto es de vacío. Escriben los expertos que el uso que hacen las personas de las redes sociales está modelando el cerebro de tal manera que quien no está conectado siente que es una obligación estarlo. Los neurólogos estudian cómo nuestro cerebro ha cambiado desde la hiperconectividad. Los sociólogos demuestran que somos más o menos felices si los amigos de los amigos de nuestros amigos lo son. Los politólogos advierten que lascolmenas digitalesanulan la individualidad, pero potencian hasta límites desconocidos cualquier acción individual.

Y los padres de la red -Jaron Lanier, por ejemplo- advierten que «la obsesión tecnológica» anula a la persona. Eso sí, todos reconocen que el mundo no sería el que conocemos sin internet y sin las redes sociales. El activismo político -incluso las formas de participación democrática- ha cambiado con la red. Ya no hay ni espacio público y ni privado en la cultura laboral. El aprendizaje de los niños se han modificado de tal manera que los profesores aún no entienden cómo enfrentarse a ellos en el aula.

¿Cómo nos afecta estar conectado? En unrevivaldel debate entre apocalípticos e integrados, el mercado editorial ha publicado decenas de libros que analizan los efectos físicos, emocionales y sociales de estar en red. Algunos de los autores forman parte de las 100 personas más influyentes del mundo, según la revistaTime, lo que da una muestra de la importancia de la red en la economía. Son reputados profesores que hace 40 años experimentaron con la posibilidad de una realidad virtual y que ahora ven necesariogritar que el medio no es el mensaje.

ENSAYO FILOSÓFICO / Jaron Lanier acuñó el términorealidad virtual. Debate ha publicado de élContra el rebaño digital, una lectura imprescindible para todo aquel que sienta vértigo al estar frente a una pantalla sin estar conectado. Se trata de un ensayo tan práctico como filosófico que plantea todas aquellas preguntas de las que internet parecía haber prescindido hasta ahora. Lanier no ataca la naturaleza de la red como hace Nicholas Carr (Superficiales, Taurus), pero sí advierte sobre el uso que se hace de esta como algo que él califica de «maoísmo digital»: la anulación de la persona, el favorecimiento de monopolios o el exaltación de la máquina.

El poder de la red parece inabarcable según Nicholas A. Christakis y James H. Fowler. Recopilando estudios científicos, Christakis, profesor de Harvard y otro autor que también aparece en la lista deTime, y Fowler, profesor en la Universidad de California, revolucionan las teorías de los efectos de la red exponiendo lo que ellos han bautizado como «la regla de los tres grados». Según esta, la redes sociales determinan la felicidad, el peso, las relaciones sexuales y los matrimonios del siglo XXI. El granito (o bit) que aportan estos científicos es que la importancia no solo recae en la lista de los supuestos amigos que cualquiera tiene en Facebook: el tercer grado significa que es el amigo del amigo del amigo el que puede llegar a influir en uno.

Casi todos los libros van más allá de la discusión técnica -los manuales pertenecen a los noventa- y se centran enel motor artistotélicode la red. Leyendo a Lanier, a Christakis y Fowler, a Franck Frommer -El Pensamiento Power Point (Península), donde se plantea hasta la muerte de la oratoria- o a Richard Watson -Mentes del futuro (Viceversa ayer y hoy)— el lector tiene la certeza de que los autores por fin se preguntan lo que los filósofos tantas veces se han formulado: qué es la realidad y cuál es el papel de la persona en en un mundo hecho por el humano, sea virtual o de carne y hueso. La respuestas, como en apocalípticos o integrados, dependen de cada autor.

Para enviar este artículo, la autora tiene que conectarse. Sin la red, la periodista tendría que escribir en la calle de Consell de Cent, en Barcelona. Está en Mallorca, en un pueblo donde internet va y viene. Ha escrito sin interrupciones: ningún bip de Skype, nigún mensaje de Facebook de un amigo de un amigo que sin saber la razón acabas leyendo.