Recuperación de una joya del siglo XII

El códice del electricista

Un antiguo operario de la Catedral de Santiago, detenido por el robo de hace un año

El garaje en el que estaba oculto el libro.

El garaje en el que estaba oculto el libro.

EL PERIÓDICO
SANTIAGO DE COMPOSTELA

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Ni una conspiración entre canónigos, ni una banda internacional de ladrones de arte. Un electricista que trabajó como empleado de mantenimiento de la Catedral de Santiago de Compostela es el presunto ladrón del valiosísimo Códice Calixtino, un manuscrito del siglo XII que desapareció hace un año de la catedral. No había ido muy lejos: desde entonces había estado encerrado en una bolsa, en un cochambroso aparcamiento utilizado como trastero, en el núcleo de O Milladoiro, en el municipio de Anes, próximo a Santiago.

Manuel Fernández Castiñeiras, detenido el martes junto con su mujer, su hijo y la pareja de este, había trabajado como autónomo en el servicio de mantenimiento de la catedral durante 25 años, hasta que fue despedido después de que falsificase un contrato laboral para que se regularizase su situación, según informó la agencia Efe. Aunque los vecinos citados por la agencia explican que el electricista no ocultaba su despecho con el deán de la catedral y archivero, José María Díaz, había seguido asistiendo a la misa de las 7.30 en el templo. Sin embargo, los indicios señalan a algo más que una venganza laboral. En los diversos domicilios y locales propiedad de la familia del electricista aparecieron otros objetos procedentes de la Catedral y no relacionados con el robo del códice y 1,2 millones de euros en metálico, guardados en numerosos archivadores, bolsas y cajas metálicas.

SIN COLABORAR / A pesar de la multitud de indicios, ni el antiguo trabajador de la Catedral ni el resto de familiares detenidos había confesado ayer por la tarde el robo del Códice Calixtino ni dieron ninguna información que facilitase su localización (ayer, miércoles) después de su detención el martes. «Se ha recuperado fruto de los registros de la policía, no fruto de la colaboración de los sospechosos», sostuvo el delegado del Gobierno en Galicia, Samuel Juárez.

El dinero intervenido, una vez descartada la posibilidad de que fuera producto de la venta del códice, como se temió en un principio antes de localizar el volumen, podría ser resultado de un robo continuado de bienes de la catedral que no habría sido detectado, según las primeras hipótesis policiales. En los registros a los domicilios, garajes y trasteros propiedad de los detenidos se han hallado ocho facsímiles del Código Calixtino, varios libros religiosos antiguos, monedas y objetos de plata y numerosa documentación relacionada con la catedral, así como numerosas copias de llaves de acceso a las dependencias del templo.

De hecho, el deán de la catedral,había manifestado en varias ocasiones, para disgusto de la policía, que tenía la «certeza absoluta» de quién había sustraído el códice, y que ya hace tiempo que se estaba siguiendo «una pista única». Ayer, dejó a entender que ya tenía entre ceja y ceja a su antiguo empleado. «No se trataba de encontrar al ladrón, sino de encontrar la pieza robada (...) un ladrón acosado puede destruirla, tirarla a un pozo... cualquier cosa. La policía tuvo que ir con mucha cautela, muy paso a paso, estrechando el cerco cada vez más».

El libro recuperado volverá a la Catedral de Santiago el próximo viernes. Hasta su regreso estará a salvo en una caja fuerte de las dependencias policiales mientras se realizan las pruebas necesarias para asegurar que no sufrió ningún daño. Sin embargo, ayer ya volvió durante media hora a las dependencias catedralicias, donde fue mostrado al deán y el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, que confirmaron visualmente que se trataba del «auténtico». Díaz señaló incluso que el libro seguía teniendo en su lugar las marcas con las que señaló el inicio de cada uno de los libros que lo componen.

El robo, sin necesidad de forzar cerraduras ni ningún dispositivo especial de seguridad, demostró la desprotección del patrimonio cultural gestionado por la Iglesia. El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, se puso ayer a disposición del arzobispado de Santiago para «colaborar en todas las medidas de custodia y blindaje de la seguridad» que sean necesarios. El presidente del Consello da Cultura Galega, Ramón Villares, advirtió ayer de que el caso «es un aviso de cómo debemos tratar el patrimonio».