tú y yo somos tres

En las cloacas no hay ángeles

ferran Monegal

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Dijo el exjuez Baltasar Garzón, que apareció un momento para pespuntear la personalidad del excomisario José Villarejo: «No es el malo de la película. Trabaja siguiendo órdenes de sus superiores. Esos, los que diseñan estas películas y operaciones, sí son los malos». ¡Ah! Es un bondadoso relativismo el de Garzón. La verdad es que después de la sesión que nos ha ofrecido <b>Jordi Évole</b>, entrevistando a <b>Villarejo</b> (<i>Salvados</i>, La Sexta), nos ha asaltado una convicción: no hay ángeles en las alcantarillas del poder. Todos son malos. No hay lugar para los buenos. Creo que la gran aportación de este Salvados ha sido haber levantado un poco, un poco solamente, la tapa de la cloaca. Ha sido suficiente. Nos ha enseñado una parte, pequeñita, pero demoledora, de la zona oscura del sumidero. ¿Qué os creíais?, nos dijo nuestro canario flauta Papitu cuando vio que nos sobrecogíamos en casa escuchando a Villarejo. Efectivamente. No seáis ilusos, nos siguió diciendo: los subsuelos son muy negros; y más todavía los que los manejan. Decía el propio <b>Évole</b>, en el artículo que acaba de publicar en este diario, que no sabe cuánto hay de verdad, y cuánto de mentira, en lo que ha contado Villarejo.¡Ah! Podríamos apelar ahora a aquella famosa paradoja del filósofo Epiménides: un mentiroso, cuando dice la verdad, ¿también está mintiendo? Va a ser dificil saberlo. Villarejo, a requerimiento de Évole, señaló a altos personajes como responsables de nauseabundas operaciones: la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría; su jefa de gabinete, María Pico; el jefe del CNI, Félix Sanz Roldán, al que llamó el generalísimo, «porque se cree que es Franco», y también al exdirector de la policía, Ignacio Cosidó. Y cuando Évole le preguntó si tenía pruebas, contestó que sí, y que las aportará cuando se de cauce a la denuncia que ha presentado contra Félix Sanz. Pues no va a poder. No hay cauce legal para esta denuncia. No se ha admitido a trámite. Se archivó el pasado viernes, día 23.

Otro de los aciertos del programa ha sido el denso y oscuro clima en el que ha sido envuelto, recreando una sala de interrogatorio de una comisaría. Una escenografía perfecta para que la tapa de la alcantarilla, aunque solo haya sido levantada levemente, deje entrever la turbia materia que encierra. Dijo Villarejo en un momento dado: «He querido contar mi versión antes de que tenga un accidente de tráfico». O sea, seguimos en Chicago, años 30.