Clara Sánchez: «La venganza es una pulsión muy liberadora»

La atracción hacia las pantallas nos lleva a una «sociedad de cobardes» en la que nadie dice las cosas a la cara. Esto piensa la novelista, que achaca la caída de ventas de libros al furor por lo virtual. Su obra, de momento, se libra de esa crisis: su próxima novela, 'Cuando llega la luz', apunta de nuevo a ‘best-seller’.

Clara Sánchez,en su casa de Madrid.

Clara Sánchez,en su casa de Madrid.

JUAN FERNÁNDEZ

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Hace seis años, 'Lo que esconde tu nombre' se convirtió en el mayor éxito literario de Clara Sánchez -lleva vendidos más de un millón de ejemplares en todo el mundo, buena parte de ellos en Italia, donde es un auténtico fenómeno editorial-. En su próxima novela, que llega el martes a las librerías, la autora retoma aquella historia de intriga, persecución y venganza trazada alrededor de un grupo de antiguos oficiales nazis que hoy perviven ocultos o protegidos por cachorros neonazis en la costa levantina española. Más allá de estos condimentos, la novelista aprovecha las páginas de 'Cuando llega la luz' (Destino) -en catalán, 'Quan arriba la llum' (Columna)- para reflexionar sobre las miserias y grandezas de la condición humana.

¿Es cierto que recibió amenazas tras publicar 'Lo que esconde tu nombre'Sí, fue muy desagradable. No me amenazaron con matarme, pero me intimidaron. Decían que iban a perseguirme por haber escrito una ficción basada en una realidad de la que nadie habla, pero que continúa ahí. En nuestro país han envejecido, y siguen envejeciendo, un montón de antiguos oficiales nazis que se han librado de responder de sus actos. Yo llegué a conocer a uno.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":null,"text":"\"Vivimos en un pa\u00eds\u00a0donde el pol\u00edtico tiene una tendencia natural a sentirse un se\u00f1orito\"\u00a0"}}¿Cómo era? Los que hemos sabido del nazismo a través de las películas y los documentales siempre hemos visto ese fenómeno como algo irreal de tan monstruoso. Sin embargo, en los años 80 yo viví en Dénia y conocí a un antiguo oficial nazi que residía cerca de mi casa. Todo el mundo sabía quién era, pero él vivía como un ciudadano más. Me preguntaba qué sentiría cuando fuera al mercado y se cruzara con negros, judíos, homosexuales y personas que en su fuero interno consideraba inferiores. Esta segunda novela se acerca al resurgir que ha experimentado esa forma de pensar a través de los grupos neonazis. Lamentablemente, han tomado mucha fuerza en Europa últimamente.

¿Cómo explica ese fenómeno? Porque el nazismo no acabó con el fin del nazismo. Como ideología que apela a los sentimientos más primarios, pervive en nuestra sociedad y, desgraciadamente, hay quien compra esos mensajes. Si la situación económica está mal y a alguien con pocas luces o baja autoestima le dicen que no tiene trabajo porque ha venido un moro a quitárselo y que además está rodeado de seres inferiores a él, sean estos homosexuales, negros, árabes o judíos, puede que acabe creyéndoselo. De hecho, ocurre. Pero esos neonazis que adoptan esa forma de pensar no surgen de la nada. Para ellos, los viejos nazis alemanes son un referente y una inspiración. Por eso, esos ancianitos que envejecen en nuestras costas son tan peligrosos.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Pinceladas","text":null}}Usted trabaja con la psicología de los personajes. ¿Cómo es la mente de alguien que torturó a seres humanos en un campo de exterminio y hoy se dedica a cultivar flores en su jardín? Sorprende su aspecto de normalidad. He conocido a muchas personas que los han tratado de cerca y todas destacaban lo amables y encantadores que se mostraban. Y es que el mal tiene una capacidad infinita para adaptarse y camuflarse. Actúa como esos insectos que copian el color de las hojas donde se posan para mimetizarse con el ambiente. Ojalá fuera más fácil detectar la perversidad, pero se oculta.

¿La literatura sirve para desvelarla? Sí, porque la literatura está hecha de la materia de la vida. Nos pasamos la existencia entregados al juego psicológico de averiguar qué esconde el otro, qué hay detrás de su apariencia de normalidad, y la literatura indaga en ese secreto que llevamos todos dentro. Porque todos manipulamos al que tenemos enfrente y tratamos de evitar que nos manipulen. Mi última novela acerca a los personajes a dos pulsiones: el deseo de recuperar el amor y las ansias de venganza. Ambas son muy humanas y enormemente recomendables.

¿La venganza también? Sí, sé que decir algo así puede sonar poco políticamente correcto, incluso escandaloso, pero he descubierto que la venganza es una pulsión muy liberadora. Estamos legitimados a ejercerla y debemos hacerlo si lo necesitamos.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Soy bastante conspiranoica\u00a0","text":"\"Soy bastante conspiranoica\u00a0y a veces pienso que hay gente dedicada a inventar cosas que nos idioticen"}}¿Usted la practica? Para hacerlo hay que poner mucha carne en el asador y yo soy muy perezosa, así que la ejercito escribiendo. No me considero una persona especialmente vengativa, pero me he sentido enormemente liberada contando en la novela cómo Julián, víctima de Mauthausen, se venga de los que le torturaron. A veces me asustaba ver lo mucho que disfrutaba viendo cómo ese personaje se cobraba su venganza.

¿Por qué tiene ese efecto? Es una forma de hacer justicia cuando la justicia no actúa. Se trata de evitar que los culpables se vayan de rositas. Es un sentimiento compartido por todos, y no hace falta viajar al nazismo de los años 40 para comprobarlo. Si mira a su alrededor, verá que la gente tiene ansias de venganza contra todos esos personajes que han sembrado el país de ruina después de dedicarse a robar del erario público. Yo participo de ese sentimiento. No voy a dar nombres, pero todos los tenemos en mente. Me gustaría verlos en la cárcel, pero hoy siguen tan ricamente en sus yates, sin ningún remordimiento.

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¿Es comparable al nazismo? Nosotros no hemos vivido una guerra mundial, pero hemos sufrido una crisis terrible y los culpables siguen tomando el sol en sus Dénias particulares. Me indigna profundamente que los que viven de lo público tenga tan poco respeto hacia el dinero de todos. Me parece hasta cruel. Vivimos en un país donde el político tiene una tendencia natural a sentirse un señorito. En España, le dan a cualquiera un coche oficial y en seguida se considera superior a los demás, cuando en el fondo es nuestro servidor. Por desgracia, aquí la rendición de cuentas no existe, pero la venganza te libera de la sensación de impotencia.

¿Cómo se consigue vender un millón de ejemplares de un libro? Lo que pasó con 'Lo que esconde tu nombre' fue algo increíble e inesperado. Al menos yo, mientras escribía la novela, no imaginaba que esos personajes fueran a penetrar los corazones de tantos lectores. Fue algo mágico, como una bengala. Reconforta mucho porque, en el fondo, una solo escribe para evitar sentirse un bicho raro. Confías que eso que piensas y cuentas en tu libro va a ser aceptado y compartido por más gente.

Sus cifras de ventas sorprenden especialmente en unos tiempos en los que las editoriales sudan tinta para vender libros. ¿Por qué hemos dejado de leer? Yo lo achaco a la fascinación que las pantallas han ejercido de repente sobre la gente. Leer exige tiempo, dedicación y atención, pero de pronto nos hemos dejado atrapar por los móviles y las tabletas. Me produce mucha desolación ir a un restaurante y ver a parejas que en vez de estar mirándose y hablándose a la cara, andan sumergidas en sus pantallas. No me parece normal, ni humano, preferir mirar el Whatsapp a los ojos de la persona que tienes en frente.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"La literatura indaga\u00a0","text":"\"La literatura indaga\u00a0en el secreto que llevamos dentro. Porque todos intentamos manipular al que tenemos en frente\""}}Me temo que la moda se ha extendido. Soy bastante conspiranoica y a veces pienso que hay por ahí gente dedicada a inventar cosas que nos idioticen. Lo que más teme el poder es la imaginación de la gente y, mientras nos tengan entretenidos con formas de ocio vacuo, no estamos pensando. Todos estos cacharros nos están llevando a una sociedad de cobardes. Ahora la gente no se dice las cosas a la cara. Tu empresa te despide mandándote un email y tu novio te deja enviándote un Whatsapp. En el fondo, se trata de no dar la cara. Está triunfando la cobardía.

¿Le preocupa? Quiero pensar que esta fiebre pasará, o al menos se reducirá. Nos hartaremos de tanta virtualidad y volveremos a reclamar cosas reales contadas por seres de carne y hueso. De hecho, creo que ya está pasando. Fíjese en los teatros: hace años los daban por muertos y ahora están más llenos que nunca. Sospecho que con el libro ha empezado a ocurrir lo mismo. Soy usuaria habitual del transporte público de Madrid y últimamente vuelvo a ver a gente concentrada en la lectura. El otro día fui a una piscina pública que hay junto a mi casa y descubrí a cinco personas leyendo libros. Estuve a punto de acercarme a darles la enhorabuena. 

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