FIN DE UNA INICIATIVA PIONERA
El ciclo MP7 muere en silencio
El CCCB dedicará todo el 2016 a reformular su línea musical
Nando Cruz
Periodista
NANDO CRUZ / BARCELONA
Nació como la gran apuesta musical del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), pero ha desaparecido por la puerta trasera. El MP7, un ciclo nacido para explorar formatos de reflexión y música en vivo al margen de la creciente oferta musical de la ciudad, ha muerto. El CCCB destinará este 2016 a reformular el proyecto que, en el 2017, renacerá con otro nombre.
El ciclo MP7. Músiques en procés nació en el 2006. "El CCCB no tenía una línea dedicada a las músicas contemporáneas urbanas, lo cual era incomprensible para un centro de cultura", recuerda el gestor cultural Isaac Monclús, uno de sus tres impulsores. En el MP7 hubo conferencias, documentales y tertulias, se dio voz a popes del periodismo musical como Charlie Gillett y Simon Reynolds y se fomentaron encuentros entre artistas como Jonathan Richman, Muchachito Bombo Infierno y Kiko Veneno y hasta un concierto del grupo de post-rock 12Twelve con un coro de gospel.
El CCCB abrazaría el MP7 como un proyecto de la casa y lo abrió a otros comisarios, siempre con la intención de explorar la promiscuidad de las músicas populares contemporáneas. Tras unos años de presupuestos holgados, el ciclo cayó en crisis. Se llamaba MP7 porque empezaron siendo siete sesiones al año, pero en el 2009 solo hubo cinco, en el 2010, tres y en el 2011 y el 2012, solo dos. Desde el 2013, la gestora cultural Ingrid Guardiola asumió y reflotó el proyecto logrando, en palabras de Manel López, coordinador de actividades del CCCB, "sacudir el ciclo y darle el final que merecía".
CRISIS DE RECURSOS
Aun así, López reconoce que ya tenía sus dudas. "Tras diez años nos estábamos desviando de lo que pretendía el MP7. Hacíamos básicamente directos y esa no era la idea inicial". Lo asume como "una deriva voluntaria porque la gente huía del discurso y solo venía a la hora del concierto". Pero más allá de formatos e intenciones, el MP7 arrancó con 9.000 euros para cada sesión y acabó con un tercio de presupuesto. La crisis de recursos ha influido también a la hora de cerrar el grifo, dejar un año de barbecho y trabajar en un eje argumental sólido que justifique un nuevo ciclo.
La oferta musical del CCCB queda reducida este año al Emergència Fest, que se ha celebrado este fin de semana y que, de hecho, nació en el MP7 del 2009, el festival Lapsus de electrónica experimental y el festival de hip-hop Hipnotik. Las sesiones de los sábados de Slam Poetry y el festival Primera Persona tocan también el ámbito musical y en junio el CCCB y la plaza de Joan Coromines se convertirán en sede central del Primavera Pro y de los conciertos del Primavera Sound programados en la ciudad.
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