PREMIADO INICIO DE UNA TETRALOGÍA

La cara negra de Suecia

Christoffer Carlsson destapa los suburbios obreros y marginales de Estocolmo

El escritor y criminólogo sueco Christoffer Carlsson, el pasado jueves en Barcelona.

El escritor y criminólogo sueco Christoffer Carlsson, el pasado jueves en Barcelona.

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Sabe bien de qué escribe el criminólogo sueco Christoffer Carlsson (Halmstad, 1986) al ambientar El hombre invisible de Salem El hombre invisible de Salem(Alianza) en el suburbio obrero y marginal de Estocolmo del título, donde las drogas, el alcoholismo y la delincuencia son el pan de cada día y donde enseña una Suecia nada amable, oscura, en las antípodas de la supuestamente idílica sociedad escandinava. «Ahora vivo en un suburbio como ese, Hägsätra. El sueldo medio en el centro de Estocolmo es de 350.000 coronas (unos 33.000 euros). En los suburbios no llega a las 200.000. Eso crea una diferencia de clases que se une a la segregación étnica y al paro. En el centro la ocupación es del 80% y en los suburbios no llega al 50%. Cuando al tejido social lo sometes a esas presiones, se va rompiendo, los valores morales tienden a desaparecer y aparecen los problemas». 

Problemas que como criminólogo, Carlsson estudió para su tesis a través de 70 entrevistas a gente que de joven cometió robos y otros delitos. «Lo más sorprendente es que a la pregunta de porqué delinquían decían 'no tenía nada mejor que hacer', 'se me presentó la oportunidad', 'no tenía nada que perder'... No decían 'porque me lo ordenó Hannibal Lecter'. Eso demuestra que cuesta muy poco caer en el crimen».

El hombre invisible de Salem, Mejor Novela Negra del 2013 de la Academia Sueca de Escritores (Carlsson fue el premiado más joven), es el inicio de una tetralogía protagonizada por Leo y su amigo de adolescencia, Grim, «uno a cada lado de la ley, con una línea que los separa más difusa que clara y más parecidos entre sí de lo que desean». «No hay tanta diferencia entre un criminal y alguien que no lo es -opina-. Cualquiera de nosotros, sometidos a la suficiente presión, probablemente acabaría cometiendo un crimen».Leo, policía de asuntos internos, es usado como cabeza de turco en una operación y suspendido; toma antidepresivos, bebe absenta y arrastra la pérdida en un accidente del hijo nonato de su ahora ex; de niño fue acosado y a la vez acosador. A los 16 años se enamoró de la hermana de Grim, quien tras su paso por reformatorios juveniles -igual que los entrevistados por Carlsson- salió peor de como entró. «Me encantan los personajes que deben encontrar su lugar en el mundo. Leo está perdido, no sabe hacia dónde va. La serie trata de cómo halla ese camino y la moraleja es que es más importante el camino que el destino».El autor, que con 9 años era un niño solitario y lector en una zona rural que escribía intrigas criminales, quiere con su serie homenajear a los autores que le gustan -Highsmith, Hammett, Chandler, McCain o Conan Doyle, Mankell, Jo Nesbo, Lapidus, Sjöwall y Wahlöö, Stieg Larsson...-. «La novela negra permite tratar todo lo que hace excitante la vida: el amor, la amistad, el engaño, las mentiras, el sexo... y el crimen es la consecuencia terrible de esas necesidades humanas». Su desafío: «Intentar comprender a gente perturbada».