El año de las certezas y de las quimeras
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
Arte, industria, promoción, saber venderse bien, intereses comerciales, presiones de las compañías, popularidad, vurtuosismo formal, temas polémicos, cine mainstream, cine independiente... Todos estos factores, unos más que otros, deben tenerse en cuenta cuando se evalúa algo en el fondo tan subjetivo, y no siempre justo, como son unos premios cinematográficos. Sin el Oscar no se acaba el mundo, pero es mejor contar con él. Eso debe de pensar Alejandro González Iñárritu, que partía como favorito pero tenía un enconado rival, al menos a nivel de nominaciones, en Richard Linklater y su película sobre el paso del tiempo.
¿Resultado? 'Birdman' ha ganado por goleada a 'Boyhood'. Imaginar que la segunda iba a conseguir premios gordos, digamos película o director (el de mejor actriz de reparto para Patricia Arquette es tan adecuado como el logrado por Julianne Moore en la categoría de actriz principal), era realmente una quimera. Hollywood, aunque disimule, sigue sin estar preparado para según qué películas, estilos y temáticas. 'Birdman' es más suntuosa, y menos independiente, un vistoso ejercicio de estilo. También lo es 'Boyhood', aunque sea a través del relato y del montaje. Puestos a jugar a ser independientes, a coquetear con otro tipo de galardones que no sean los habituales (los de guión que se ha llevado otros años Tarantino y algún premio técnico), los votantes de la Academina estadounidense del cine podrían haber seguido el sabio consejo impartido un día antes por los Spirit, los premios del cine independiente: mejor película para 'Birdman' y mejor dirección para 'Boyhood'.
Pero evidentemente, el peso del famoso plano-secuencia del filme de Iñárritu es muy grande. No es inmerecido, desde luego, pero como siempre, uno encuentra a faltar un poco más de arrojo en la conseción de las estatuillas. Imagino que allí creerán que premiando a una película sobre el teatro y la condición del superhéroe realizada por un director mexicano en plano-secuencia único (aunque trucado) se han saciado de 'rarezas' para unos cuantos años. Linklater o Wes Anderson deberán esperar tiempos mejores. Eso sí, con 'Ida' no ha habido sorpresa: la mejor película europea sin paliativos.
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