CONCIERTO EN LA GRAN MANZANA

Central Park en catalán

Mishima, Txarango y Headbirds llevan sus distintas voces al Summerstage neoyorquino

Público 8El concierto reunió a espectadores catalanes y neoyorquinos, además de algún turista.

Público 8El concierto reunió a espectadores catalanes y neoyorquinos, además de algún turista.

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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Para Ian Noble, director del festival Summerstage, que cada verano llena los parques de Nueva York de música, «parte de la misión de la cita es mostrar a los neoyorquinos propuestas interesantes, nuevas, innovadoras». Veterano de la industria musical pero novel en la dirección del festival, Noble piensa que «en Catalunya hay en estos momentos en marcha algo vibrante, algo que la hace similar a lo que fue en los 90 Seatttle o luego Austin». Por eso cuando su directora artística y el Institut Ramon Llull, tras cuatro años de conversaciones, concretaron un concierto para este año y se lo presentaron a Noble, a él le pareció «una elección obvia».

Así, dentro de un proyecto que el Llull bautiza como Catalan sounds, un día después de que una fusión entre Brasil y Holanda pusiera banda sonora al gran pulmón de la urbe y uno antes de que el escenario se convirtiera, ayer, en plataforma de homenaje a Pete Seeger, aparecieron, en uno de los domingos más calurosos de julio, el disyóquey Headbirds, el inteligente pop rock de Mishima y la fiesta salpicada de rumba, reggae y ska de Txarango.

Pasión por la música

Tres propuestas radicalmente diferentes que, como decía David Carabén, cantante y compositor de Mishima, demuestran que Catalunya «es un país con muchísimas voces», voces a las que, según reflexionaba Alguer Miquel, cantante de Txarango, les «une la pasión por hacer música y la lengua». Y la diversidad pareció convencer a las 3.000 personas que pasaron por el concierto.

Entre el público predominaban catalanes, entregados al baile con Txarango y capaces de cantar de principio a fin las canciones de Mishima, pero se hicieron hueco también estadounidenses y cayó por ahí algún turista, como las sudafricanas Tracy y Nicole, que se confesaban «totalmente ignorantes» sobre Catalunya, su arte y su cultura y su situación política. Quizá le preguntaron a alguien cuando, en inglés, Carabén se despidió diciendo: «Haced los deberes en noviembre, enviad el voto». 

También estuvo entre el público Jim Fusilli, el crítico de pop y rock de The Wall Street Journal, fan y seguidor de Mishima desde que descubrió sus discos en inglés y se enamoró de sus historias. Le siguen atrapando, aunque ahora tenga que leerlas para entenderlas. Fusilli ve precisamente en el uso del catalán un activo, una baza para el «crossover», el salto. «Están haciendo una música que aquí se entiende y en catalán. Nadie más hace eso». ¿Barrera? No, potencial.