Crítica

'En la casa', un juego lúcido y muy lúdico

QUIM CASAS

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Varias películas de François Ozon flirtean con la realidad y la representación, con la creación literaria que se confunde con la experiencia personal.Swimming pool (La piscina)uOcho mujeresson algunas de sus cintas en las que los personajes y las situaciones discurren por cauces que obedecen tanto a la realidad ficcionada como a un juego sugestivo con el propio acto de crear. Afín a muchos géneros siempre con un sello personal (musical, drama, comedia, intriga), Ozon propone en su último filme otro de estos alambicados procesos en los que a veces cuesta saber si lo que ocurre ante la cámara obedece a la realidad de los personajes o bien se trata de una representación, de un sueño, de una fabulación abordada por ellos mismos.

El ejercicio es especialmente sugerente: un profesor se deja atrapar por el relato que le da por entregas uno de sus alumnos, y ese relato obedece a la propia experiencia personal del joven y su relación con uno de sus compañeros de clase y los padres de éste. La ficción, que parte de una realidad concreta (o quizá todo sea una invención del alumno), seduce de forma especial al profesor, y lo que pretende Ozon es que el espectador entre también en ese juego y quede atrapado, como el personaje que encarna Fabrice Luchini, en la telaraña de una realidad o de una invención.

François Ozon lleva a su terreno la pieza teatral de Juan Mayorga y consigue una de sus películas más estimables, tan lúcida como lúdica. PorqueEn la casaes un divertimento que no esquiva la reflexión sobre el arte intrínseco de la ficción.