'EL DIARIO DE LA PRINCESA'

Carrie Fisher : "Harrison Ford nos arrojó a mí y a mi virtud en el asiento trasero"

Nova publica el libro en el que la fallecida actriz relata su romance con el actor en el rodaje de 'Star Wars' y su difícil relación con el personaje de Leia

Carrie Fisher, junto a su perro Gary, el 31 de mayo del 2016 junto a la figura del museo de cera de Madame Tussaud, en Londres, que la representa con rehén de Jabba.

Carrie Fisher, junto a su perro Gary, el 31 de mayo del 2016 junto a la figura del museo de cera de Madame Tussaud, en Londres, que la representa con rehén de Jabba. / FOTO CORTESÍA DE BEN QUEENSBOROUGH / REX / SHUTTERSTOCK

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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En el año 2013, cuando Carrie Fisher recibió la noticia de que contarían con ella en las nuevas películas de 'Star wars' ("dudaba que apareciera en ellas. Y entonces resultó que sí. ¡Aleluya!"), echó la vista atrás y recuperó los diarios que escribió a los 19 años, durante el rodaje de la primera película. Esos cuadernos se convirtieron en el núcleo de su último libro, 'El diario de la princesa', publicado poco antes de su muerte el año pasado y que este miércoles ponen a la venta en España, en castellano y catalán, los sellos de Ediciones B Nova y B.cat. Aunque, más que lo que escribió aquella atolondrada y traumatizada joven actriz, las verdaderas protagonistas del libro sean las reflexiones y recuerdos de una madura y no menos traumatizada Fisher sobre cómo le marcó el personaje de Leia y sobre el romance que mantuvo durante el rodaje con Harrison Ford, que nunca había explicado tan abiertamente.

"Rara vez he hablado de Leia en detalle", confiesa Fisher en el libro. Aquí lo hace. "He pasado la mayor parte de mi vida -desde los 19 hasta los 40- siendo tanto yo mismo como la princesa Leia. Contestando preguntas sobre ella, defendiéndola, hartándome de que me confundan con ella, eclipsada por ella, luchando con el resentimiento que despierta en mí, apropiándome de ella, encontrándome a mí misma, acompañándola, amándola... y deseando que por fin se largue y me deje ser yo misma. Pero entonces me pregunto quién sería yo sin Leia y descubro cuánto me enorgullezco de ella", recapitula. "Me gustaba ser la princesa Leia. O que la princesa Leia fuese yo. Con el tiempo nos fusionamos en una sola persona; no creo que nadie pueda pensar en Leia sin que yo merodee por sus pensamientos. Y no estoy hablando de masturbación", comenta, con su omnipresente sarcasmo. "Soy Leia, y nadie puede quitármelo", concluye en otro momento la actriz, que, hija de Debbie Reynolds y Eddie Fisher, esposa de Paul Simon y amante de Harrison Ford dentro y fuera de las pantallas, confiesa resignada haber disfrutado siempre de "fama por asociación".

LA SONRISA DE HARRISON FORD

'El diario de la princesa' no es solo un libro, divertido y amargo, para fans de Carrie Fisher o de 'Star Wars'. También está lleno de guiños para los de Harrison Ford, entonces un actor de 33 años que aparece reflejado en los ojos embelesados de la actriz de 19 años que se enamoró de él. "La primera vez que lo vi, sentado en la cantina del plató, recuerdo que pensé: 'Este tío será una estrella'. No solo una celebridad; una estrella de cine. Parecía un icono, como Humphrey Bogart o Spencer Tracy. Lo rodeaba una suerte de energía épica", recuerda Fisher.

No parecía que allí tuviese que suceder nada con su intimidada compañera de rodaje. Hasta el día de la fiesta del 32 aniversario de George Lucas. Si en 'Star Wars' Luke, Han Solo y Leia discutían si la estaban rescatando de la Estrella de la Muerte o si era ella quien los estaba salvando a ellos, en la vida real también todo empezó con un rescate. Varios miembros del equipo emborracharon a conciencia a Fisher (que vivía envuelta en nubes de marihuana pero no probaba el alcohol) y se la llevaban a un rincón cuando apareció Ford y empezó la bronca. "Poco a poco detecté quién quería que resultara vencedor: mi coprotagonista, el contrabandista, el que tenía una cicatriz en el mentón, se sabía los diálogos de memoria y llevaba una pistola en el cinto...", rememora. Defendió su "virtud empapada en alcohol", se la llevó y... "Nos arrojó, a mí y a mi virtud, en el asiento trasero del coche", añade la acriz.

Y en ese asiento empezó un romance de fines de semana con un Ford entonces aún casado. "Era más que guapo; parecía capaz de encabezar una carga de la caballería, conquistar la colina, ganar el duelo, ser el líder de un mundo sin gluten, y todo eso sin derramar una gota de sudor", enumera la actriz, que llegó a conocer bien a su compañero; véase esta definición de su expresión risueña que tantos podrán reconocer al instante: "Vi que reía con esa risa dura y silenciosa que reservaba para expresar el auténtico entusiasmo".

Todo quedó en "una aventura corta y apasionante". ¿Y el pobre Mark Hamill, que en la vida real no tenía la consolación de acabar siendo el hermano de Leia? "Podría haber sido él. Debería haber sido él, tal vez hubiese significado algo. Quizá no mucho, pero sin duda más".

¿ENSAIMADAS O BOLLOS DE CANELA?

Hubo seguidores, y no pocos, que reaccionaron con crueldad cuando Carrie Fisher apareció en 'La amenaza fantasma', como lo que era, una mujer de casi 60 años. "Ahora existía el 3D, la alta definición y cosas por el estilo, así que todas tus arrugas y carnes marchitas quedarían en evidencia. Si de joven no me gustaba, no iba gustarme ahora", confiesa. De hecho, en el libro relata cómo ya a los 19 años estaba obsesionada con su cara redonda y sus kilos (creció con la presión de una madre, Debbie Reynols, que la crio, dice, "para que no fuera una perra barata que nadie querría comprar").

Fisher dedicó parte del libro al famoso peinado de la princesa Leia. Autoflagelándose de nuevo: "Creo que tal vez quienes idearon ese peinado de rodetes lo hicieron con la intención de que funcionasen como sujetalibros y mantuviesen mi cara allí donde estaba: entre mis orejas y sin aumentar de tamaño". Por cierto: cualquier persona que haya comido una ensaimada no dudará en calificar así esos rodetes. Las ensaimadas de la princesa Leia. Pero una americana sin referencias gastronómicas baleares, ¿cómo las vería? Como dos "enormes bollos de canela". O como unos "auriculares peludos", también.

EL BIKINI METÁLICO

No se olvida tampoco Fisher de otro icono principesco: el "maldito" bikini metálico que se tuvo que poner para representar la zoófila escena en que se convertía en juguete sexual del gigantesco gusano Jabba mientras, subraya, el resto del reparto seguía vistiendo su habitual vestuario. Aunque al menos tuvo el consuelo de estrangularlo. No como a los fans insoportables a los que tuvo que dar coba cuando su estrella como actriz declinó; asegura que se sentía como una bailarina de striptís a la que le ponen billetes bajo el tanga cada vez que asistía a sesiones de firmas cobrando 70 dólares por rúbrica para financiar su adicción a las compras.

Y un 'bonus track'. ¿Cómo define la afilada lengua de Carrie Fisher al director George Lucas? "Era una persona bastante inexpresiva, como Darth Vader por ejemplo, o los robots, los soldados imperiales o los ewoks". Como los ewoks. Bien visto, princesa.