El libro de la semana

Carne de Oscar

Buenas dosis de tremendismo y pericia narrativa se unen en el debut de la escritora afroamericana Ayana Mathis

La escritora afroamericana Ayana Mathis.

La escritora afroamericana Ayana Mathis.

SRGI SÁNCHEZ

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El primer capítulo de 'Las doce tribus de Hattie' puede encender las alarmas del más escéptico. 'A puerta fría', el relato de la muerte de dos bebés gemelos por causa de una neumonía puede resultar un golpe bajo, una argucia de melodrama barato que anuncia el típico vía crucis de denuncia racial que despierta el interés del club de lectura de Oprah Winfrey. Ayana Mathis juega sus cartas sin miedo a perder pie en la literatura de aeropuerto: la escena es cruda y desesperante, y se aparta del sensacionalismo en la medida en que construye el futuro imperfecto de su heroína -que, incluso ausente, controlará el universo de la novela- para que la entendamos como consecuencia de un contexto -el de los afroamericanos que emigraron de las miserias sureñas para soñar con una nueva vida lejos de la xenofobia de la raza blanca, allí en el Norte- que se perpetuará a lo largo de tres generaciones.

Densidad traumática

La tristeza infinita de Hattie sobrevuela la de sus 11 hijos. A veces tiene la fuerza mítica de lo inmutable. Se hace imprescindible en la esfera de lo doméstico para demostrar la importancia de su papel -callado, taciturno, sereno como una roca- en un mundo en el que los hombres son vagos o ilusos o directamente canallas. Tiene, claro, sus secretos -revelados en el capítulo de la fuga con su amante-, que existen para acentuar el exacerbado determinismo de la novela, que aglutina la mayor cantidad de traumas por folio cuadrado de la literatura norteamericana reciente. La homosexualidad no reconocida, la religión como violenta tocata y fuga, los abusos sexuales, la esquizofrenia, la contienda bélica como callejón sin salida para los desfavorecidos… La lista de Grandes Temas Desgraciados se sucede como los pétalos de una margarita que Mathis desflora para impresionarnos, para demostrar que el libro es una alegoría de proporciones e intenciones épicas.

Y sin embargo, más allá de lo que parece un delirio tremendista, la novela funciona gracias a la pericia narrativa de Mathis. Que cada capítulo pertenezca a un personaje -la mayoría, hijos de la protagonista- en un momento preciso en el tiempo es una idea extraordinaria. Es una apuesta arriesgada: como en un relato corto de Charles Baxter o Alice Munro, cuando el personaje empieza a salir de sí mismo, cambiamos de tercio y no miramos por el retrovisor. Podríamos pensar en una novela hecha de retazos o de cuentos disfrazados por un hilo conductor, culpable de abandonar a sus criaturas cuando más necesitan de un escritor que les dé carne y hueso, pero la impresión que queda es justamente la contraria: hemos estado con ellos el tiempo necesario para entender su drama y lo que les da más fuerza como símbolos de un pueblo rechazado o desubicado es precisamente ese quedarse atrás, suspendidos en un dilema a resolver.

En algunos pasajes 'Las doce tribus de Hattis', cuyo título elude explícitamente a las doce tribus de Israel que se repartieron la tierra de Canaán tras su atribulado regreso de Egipto, parece que Mathis ha pensado en allanarle el terreno a su adaptador cinematográfico. El lenguaje es vívido, ágil y preciso, elegante sin resultar pomposo, inusualmente maduro para una escritora debutante. No es difícil imaginársela en un futuro próximo dirigida por Spike Lee. O por Lee Daniels, que la convertiría, por desgracia, en carne de Oscar.

3LAS DOCE TRIBUS DE HATTIE / LES DOTZE TRIBUS DE LA HATTIE Ayana Mathis

Trad. Magdalena Palmer / Núria Parés.

Salamandra / La Magrana.

288 pags. 19 / 20 €