Concha de Oro para 'Magical Girl', de Carlos Vermut

El cineasta confirma su vertiginoso ascenso ganando también el premio al mejor director

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NANDO
Salvà

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Carlos Vermut en realidad no se llama así -Carlos López del Rey es el nombre que figura en sus papeles-, y hasta hace tres años ni siquiera estaba seguro del todo de querer dedicarse al cine. Su primer largometraje, Diamond Flash (2011), no logró distribución comercial en España a pesar de ser un thriller magnífico -generó, eso sí, un nivel de culto comparable al de una secta defensora del sexo libre-. Anoche, Carlos Vermut obtuvo con el segundo, Magical Girl, no un gran premio sino dos en el Festival de San Sebastián: por un lado, la Concha de Oro a la Mejor Película; por otro, el título de Mejor Director. Y de ese modo no solo completó uno de los ascensos más vertiginosos de la historia reciente del cine español, sino que se confirmó rotundamente como uno de sus talentos más extraordinarios.

Si Diamond Flash confirmó la existencia de Carlos Vermut en el panorama cinematográfico español, Magical Girl va mucho más allá: significa el nacimiento de un nuevo adjetivo: vermutiano. Porque, pese a que puede detectarse en ella el rastro de influencias confesas como Carlos Saura y Luis Buñuel, la flamante Concha de Oro confirma un universo intransferiblemente personal, tan oscuro y desolador como las profundidades del alma humana aunque también extrañamente hilarante y lleno de conmovedor patetismo. Y es que, mientras orquesta una versión de film noir articulada a base de dotada de chantajes, masoquismo, torturas y asesinatos e impregnada de un rotundo retrato social, Vermut juega constantemente al despiste, frustrando nuestras expectativas como un gato que se nos escurre entre los brazos. Pero cómo nos clava las garras mientras lo hace. La película, se avisa, se estrena el 17 de octubre.

TRABAJO DESLUMBRANTE / El productor Fernando Bovaira y el resto de jueces decidieron reiterar el reconocimiento a Magical Girl concediéndole el premio al Mejor Director. Y tenían motivo: el trabajo de Vermut tras la cámara es deslumbrante. Aun así, pese a ser completamente justa la decisión resulta al mismo tiempo cuestionable en una edición del festival de calidad artística excepcionalmente alta. En ese sentido, cabe lamentar que se fueran a casa con las manos vacías películas espléndidas como Phoenix, meditación sobre las miserias de la historia alemana dirigida por el alemán Christian Petzold, o Aire Libre, crónica de la desintegración de una pareja a cargo de la argentina Anahí Berneri. Que esta última recibiera sonoros abucheos en su proyección para la prensa no dice nada bueno de nosotros.

Esa misma lectura puede hacerse del Premio Especial del Jurado -segundo galardón en importancia- concedido a Vie Sauvage, que en todo caso tiene una explicación: la nueva película del francés Cédric Kahn es cine social sólido y competente pero no particularmente original, y quizá por ello encarna un cine más propenso a generar el consenso entre los miembros del jurado que esas dos citadas rivales, propuestas mucho más radicales.

OPORTUNIDAD PERDIDA / En todo caso, el premio es una oportunidad perdida pero en ningún caso un error: mientras sigue las andanzas de un padre que secuestra a sus hijos para impedir que la madre obtenga la custodia, y en el proceso enfrenta de forma frontal dos modos contrapuestos de vida -el sedentarismo y la pertenencia al sistema, por un lado; el nomadismo y la marginalidad, por otro-, Kahn propone un debate extremadamente interesante sobre las consecuencias de los conflictos matrimoniales en la vida de los hijos, a menudo considerados como moneda de cambio o como meros objetos. En última instancia, resulta menos valiosa por lo que hace que por lo que evita, el didacticismo y las lecciones morales facilonas.

Pocas pegas, por último, pueden ponérseles a los dos ganadores en las categorías interpretativas. Galardonada con el Premio a la Mejor Actriz, la danesa Paprika Steen es sin duda la gran baza de Silent Heart, de Bille August. Y otorgar el Premio al Mejor Actor a Javier Gutiérrez por su papel en La misma mínima no solo significa reconocer tanto un trabajo actoral brillante como uno de los títulos que mejor acogida recibieron a lo largo de los nueve días de competición, sino que también, de paso, funciona junto al triunfo de Magical Girl como tributo al excelente nivel medio acreditado por la presencia española en el concurso.

En realidad, el mismo elogio puede dedicársele al conjunto de la competición. La 62ª edición del Festival de San Sebastián ha sido la mejor de cuantas el certamen ha ofrecido en mucho tiempo. Ojalá no sea recordada así durante mucho tiempo.