Carlos Barral, "urgente y frágil"

Las 'Memorias' del poeta y editor barcelonés rescatan una figura poco celebrada oficialmente

El escritor, poeta y editor barcelonés Carlos Barral

El escritor, poeta y editor barcelonés Carlos Barral / periodico

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Marineropoetamemorialista, quizá político y, al final de todo y como algo más bien coyuntural, editor. Esas eran las prioridades personales de Carlos Barral (Barcelona, 1928 – 1989), pero como la consideración no depende de voluntades, su faceta de editor ha terminado por ocultar el resto. El martes, en la sede de la Biblioteca de Catalunya, con ocasión de la reedición en un grueso volumen de sus legendarias ‘Memorias’ (Lumen), se le tributó un homenaje con la presencia de la directora de la biblioteca, Eugènia Serra; el responsable de la edición, Andreu Jaume; el profesor y amigo Luis Izquierdo; la crítica Nora Catelli y el editor Malcom Otero, el nieto amado al que el poeta dedicó el poemario ‘Lecciones de cosas’.

El lugar del encuentro no era circunstancial. A la Biblioteca de Catalunya se cedió en el 2003 buena parte del fondo del autor y recientemente se ha suscrito un acuerdo por 10 años más para continuar albergándolo. Para celebrarlo y en paralelo a la edición de las ‘Memorias’, la Biblioteca acoge durante este mes una muestra, seis (sí, solo seis) mínimas vitrinas con cartasfotografíasmanuscritosdibujosediciones memorabilia varia. Serra, muy consciente de la insignificancia de la muestra en relación al peso específico de Barral en la cultura catalana, insistió en la presentación, casi con apuro, que se trata de una pequeña muestra. “La gran exposición sobre Barral todavía tiene que hacerse”, añadió.

Más de 25 años después de su muerte –de hecho, el Año Barral se cumplió el año pasado y transcurrió sin altavoces oficiales, casi clandestino-, todas las facetas del poeta-editor, especialmente su vertiente poética, siguen necesitando luz y taquígrafos.

Hombre de farras, ahí estaban sus amigos al quite. Y su clara intención de “hacer memoria en un país de desmemoriados”, según Luis Izquierdo, que trabajó con él en la editorial Labor, “una experiencia más enriquecedora que la universidad”. O la visión de Nora Catelli, que le definió como un memorioso sin memoria: “Riguroso con el fondo pero arbitrario en los detalles”. Iniciador de tantas cosas, culminador de ninguna, amigo de la gente pero desapegado, como le recordó la crítica. Con ese bagaje, añadió, “resulta sorprendente su constante apego a la escritura”.

ABUELO PRECOZ Y MELANCÓLICO

El nieto Malcom evocó al abuelo precoz (lo fue a los 45 años) que “descubrió lo que era ser padre cuando fue abuelo”. Le trató en los años en los que su melancolía estaba instalada “en un tipo de vida que ya no iba a volver”. Lo expresó con cariño pero también con un tirón de orejas: “Nos hizo la jugarreta de cerrar nuestro relato familiar. Él lo dejó por escrito y ya nadie podrá añadir nada”.

Como poeta, fue escultórico: “Soy urgente frágil / de alabastro”. No tan accesible como su amigo Gil de Biedma. “En la universidad siempre te encuentras dos o tres alumnos que quieren ser Jaime Gil, pero nadie quiere ser Carlos Barral”, explica Catelli. Aunque eso da cuenta de su singularidad. “Barral no permite ningún tipo de identificación”. Está solo. Barral es Barral. 

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