PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO

Y en el siglo XXI se iluminó

ROSSEND DOMÈNECH / ROMA

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Los futuros visitantes de la Capilla Sixtina, situada en los museos vaticanos, deberán ir haciéndose a la idea de que pronto la verán con gafas. Esas gafas inteligentes, o de «realidad aumentada», son como un miniordenador que facilita información sobre lo que se está mirando. El experimento servirá para que las 20.000 personas que a diario entran en la Sixtina (unos seis millones al año) estén bien documentados sobre la visita al rectángulo mundial más famoso de la historia del arte y el lugar donde también los cardenales eligen a los Papas. La noticia la dio esta semana Antonio Paolucci, director de los museos, al inaugurar la nueva iluminación de la Sixtina.

Un distraído visitante de a pie tal vez no se percate mucho de la diferencia, porque la «luz difundida» de los días normales será sustituida por la «luz de gala» solo durante fechas señaladas. Pero lo notarán las pinturas y su conservación. La nueva iluminación está formada por 7.000 LED que iluminan en frío, y la nueva climatización impide que el polvo generado por seis millones de personas rocen siquiera los frescos. La temperatura oscilará ahora entre los 20 y 25 grados y la humedad no superará el 60%.

Restauración discutida

La Capilla Sixtina puede ser ahora admirada como cuando Miguel Ángel la terminó de pintar en 1541. Pocos años después ya Giorgio Vasari, el gran biógrafo del Renacimiento y Barroco, lamentó en su libro Las Vidas la cantidad de sombras que ensuciaban los frescos, a causa principalmente del humo de las velas. Entre 1980 y 1994 el Vaticano, esponsorizado por la principal televisión japonesa, el espacio emprendió una restauración de más de 12 años de duración -los mismos que Miguel Ángel había empleado siglos antes-que fue muy discutida, pero que desveló que Miguel Ángel era hijo de su tiempo y que, debajo de aquellas sombras, en realidad había los colores iluminados del Renacimento italiano. Los mismos que ahora se pueden volver a apreciar, después de tres años de trabajo subvencionado por la Unión Europea y empresas privadas, entre ellas el Institut de Recerca en Energia de Catalunya (IREC). El coste de la reforma ha sido de tres millones de euros.

Las nuevas luces y la climatización no ahorrarán las ya legendarias colas para entrar en los museos vaticanos y es posible también que la Capilla Sixtina virtual vista a través de las gafas inteligentes sea incluso mejor que la real y que la circunstancia anime al turista poco motivado a abandonar la visita a la Capilla real. Lo cierto es que, en palabras de Paolucci, «desde este momento exigiremos un crecimiento cero en número de visitantes».