CRÓNICA

Cantos gemelos

Kiko Veneno y Martín Buscaglia mostraron una sintonía radical en el Auditori

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Les ha costado dos años a Kiko Veneno y Martín Buscaglia mostrar en nuestros escenarios su disco conjunto, El pimiento indomable, publicado en Argentina y Uruguay en el 2013. No es fácil que artistas de su personalidad encuentren almas gemelas, pero esta asociación refleja un entendimiento profundo y, sobre todo, fácil. Lo comprobamos el jueves en su cita con Barnasants, en una sala 2 del Auditori convertida en algo parecido al salón de su casa.

Actuaron sin ningún músico de apoyo, valiéndose de su colección de guitarras, del pequeño cavaquinho de Buscaglia, de percusiones y sampleados para recrear unas canciones tocadas por un candor doméstico, en las que juegan a placer con géneros del norte y del sur: del funk de Don Perogrullo al pseudobolero Dos locos, y de ahí al sofoco tropicalista de La reina del placer, y a la suavidad de piezas con esencias rumberas como Sagrado salado y América es más grande.

GUION ESTRICTO / Partituras ricas en relieves, muchas de ellas con un punto de misterio y de disparate, que en directo no se mostraron crecidas respecto al disco. Tanto Veneno como Buscaglia son más creadores de canciones y sonidos que animales de escena, y el repertorio, por otra parte, fue estricto, con las 12 canciones del disco y tres añadidos: Vagabundo, de Buscaglia (extraída de su cuarto disco, El evangelio según mi jardinero, del 2006, y que abrió la noche), Cabelluda, pieza inédita de Kiko Veneno, y una versión de Look at me, de John Lennon. Nada de citas heterodoxas al famoso cancionero de Veneno.

Un repertorio radical que deparó momentos de desvarío, como en Necesito todo tu amor, con ritmo grueso y urgencia punk, y que encontró un terreno fértil en la extroversión tropical, si bien un poco de más poder instrumental y menos minimalismo hubiera podido hacer crecer las canciones. Pero por algo el pimiento que nos ocupa es indomable.