La cámara de Josef Koudelka dispara contra la devastación del paisaje

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Ana Hidalgo

El fotógrafo de la agencia Magnum Josef Koudelka sigue utilizando el inconfundible blanco y negro de sus instantáneas para documentar el impacto de la actividad del hombre sobre la naturaleza.

Desde que el fotógrafo de origen checo, nacionalizado francés, lograse el reconocimiento internacional documentando la invasión soviética de Praga en 1968 y los campamentos de gitanos en Eslovaquia en 1988, su trabajo se ha centrado en la fotografía paisajística.

"En los últimos treinta años lo que me ha interesado es cómo el hombre contemporáneo influye sobre el paisaje", aseguró Josef Koudelka durante la presentación, en Nueva York, de un documental sobre su trabajo.

Koudelka, de 79 años, se mostró consternado ante la devastación paisajística que genera la intervención del hombre.

"Igual que existen los crímenes contra la humanidad, deberían existir los crímenes contra el paisaje", afirmó Koudelka durante la presentación, en la que se mostró cauto pero contundente en sus aserciones.

En la presentación del documental, ante decenas de personas, en una sala de cine independiente de Nueva York, el fotógrafo afirmó que su proceso creativo está fundamentalmente motivado por el deseo de "verlo todo".

Regresar una y otra vez a los escenarios de sus fotografías hasta conseguir la instantánea perfecta es una de las técnicas preferidas de Josef Koudelka.

"Necesito encontrar el lugar en el que la fotografía me está esperando", aseguró Koudelka.

Con motivo de la presentación del documental "Koudelka: Disparando en la Tierra Santa", el fotógrafo de Magnum reflexionó así esta semana sobre su trabajo, sus fuentes de inspiración y sus motivaciones.

El documental es resultado de un proyecto en el que fueron invitados a participar 12 fotógrafos y que llevó a Koudelka a recorrer y fotografiar ambos lados del muro que separa Israel y Palestina.

Como requisito, los fotógrafos debían estar acompañados de un estudiante de fotografía durante la realización de su trabajo en Israel.

Para participar en el proyecto Koudelka negoció duramente las condiciones del contrato y exigió poder retratar el muro, según aseguró durante la presentación.

Años después de la realización de aquel proyecto, el estudiante israelí que acompañó a Koudelka, Gilad Baram, decidió montar el material que tenía guardado y rendir tributo al maestro.

Durante los 72 minutos de duración del metraje, el director y entonces estudiante de fotografía, Baram acompaña al fotógrafo para documentar su proceso creativo.

Baram filma a Koudelka mientras este busca encuadres y espera a que la luz sea la adecuada en cada momento, en el que fue su último trabajo con película.

La cinta, de ritmo lento y reflexivo, recopila las múltiples visitas que Koudelka realizó a la zona fronteriza entre los años 2009 y 2012, durante el desarrollo del proyecto que ha visto la luz en forma de libro.

Pese a reconocer que siempre le ha interesado trabajar en Europa por su historia, Koudelka dijo que fotografiar el muro de hormigón israelí tenía para él una motivación emocional especial.

No obstante, defendió que su postura a la hora de abordar el proyecto fue la de fotografiar la zona de la manera "más simple y objetiva posible".

Las reflexiones del fotógrafo que recoge el documental, a través de su voz en off, desvelan los motivos que le llevaron a inclinar su trabajo hacia la naturaleza.

Según asegura Koudelka durante la película, cuando comenzó a dedicarse a la fotografía se sentía legitimado para retratar los conflictos políticos de su país.

Al ser preguntado sobre su preparación en proyectos de este tipo, el fotógrafo de Magnum reconoció que apenas investiga sobre aquellos lugares que va a inmortalizar con su cámara.