Beatriz Colomina: "La cama se convertirá en la nueva oficina"

La historiadora de la arquitectura, profesora en Princeton (Nueva Jersey), da otra perspectiva del pasado –"Gaudí es todo sexualidad"– y anticipa el mundo que viene. Excepto para los fabricantes de móviles y de colchones, todo da un poco de grima.

Beatriz Colomina, en la cama expuesta en la exposición '1.000 metros2 de deseo', del CCCB.

Beatriz Colomina, en la cama expuesta en la exposición '1.000 metros2 de deseo', del CCCB.

POR núria navarro

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Beatriz Colomina, uno de los cerebros que se fugaron a EEUU y –desgraciadamente– no ha vuelto más que de paso, dice que "si miras a las cosas mucho tiempo, ves lo extraño en lo que crees conocer". Eso ha hecho con la historia de la arquitectura. Mirarla desde diferentes ángulos. El de la enfermedad –"la arquitectura moderna no se puede entender sin la tuberculosis"–, el de los medios de comunicación –"el tema principal de la arquitectura de la modernidad es su imagen en los medios"–, el de la sexualidad y ahora el de las redes.

¿De veras tienen relación arquitecura moderna y sexualidad? No existe arquitectura sin sexualidad, ni sexo sin arquitectura.

Caramba. La arquitectura moderna, que la representamos de manera tan racional y funcional, en realidad está llena de perversiones. Está interesada en la sexualidad, la violencia, las filosofías esotéricas, lo oculto, la farmacología, la vida extraterrestre, el fetiche. Siempre ha sido así.

Cuente, cuente. Por ejemplo, todos los historiadores tratan de ocultar que Adolf Loos [1870-1933], considerado como uno de los arquitectos más correctos del movimiento moderno, se mudó de Viena a París porque le acusaron de pederastia. ¿Y quién puede pensar en el holandés Rem Koolhaas –autor de la sede de la televisión china en Pekín– sin pensar en la sexualidad? Para la Trienal de Milán [1985] plantó una escultura de la primera 'bodybuilder' de Los Ángeles en una interpretación del Pabellón de Mies de Barcelona.

¿Qué me dice de Gaudí? ¡Gaudí es todo sexualidad!

Pero si era un soltero ascético y ultracatólico, un santo laico. A mayor represión, más salen los uniformes y otras excentricidades. El arquitecto y diseñador italiano Carlo Mollino [1905-1973], fascinado por Gaudí, montó la Casa Miller inspirándose en la Casa Milà, un escenario para sus fantasías sexuales.

Las mujeres ocupan un papel secundario en las fantasías. Las mujeres siempre han estado muy presentes en la arquitectura, pero como fantasmas. Tenemos más influencia que si estuviéramos. Se sabe que Koolhaas sin Madelon [Vriesendorp] no hubiera sido nunca nada. Y no se puede entender a Le Corbusier sin la colaboración con Charlotte Perriand, ni a Mies van der Rohe sin la de Lilly Reich.

{"zeta-legacy-key":{"title":"claves biogr\u00e1ficas","keys":[{"title":"Naci\u00f3 en Madrid, en 1952.","description":"\u00a0Hija del director de la Escuela de Arquitectura de Valencia, eligi\u00f3 cursar Arquitectura en Barcelona. Se traslad\u00f3 a Nueva York en 1982, y en 1988 empez\u00f3 a dar clases en Princeton, donde fund\u00f3 el programa en \u2018Medios y Modernidad\u2019."},{"title":"Acaba de comisariar la Bienal de Estambul\u00a0","description":"y es autora de los libros \u2018Privacidad y publicidad\u2019 y \u2018La domesticidad en guerra\u2019."},{"title":"Ha inaugurado la exposici\u00f3n","description":"\u00a0\u20181.000 m2 de deseo \u2019 en el CCCB con la conferencia titulada 'Las perversiones de la arquitectura moderna'."}]}}Eso era antes de que aparecieran los móviles, las redes sociales. ¿Se avecinan cambios? Estamos entrando en una revolución de la misma envergadura que la de principios del siglo XX. El 'smartphone' ya nos ha convertido en otra especie. Y no es algo exclusivo del primer mundo. Lo emplean los masai para consultar el precio del grano (hay más teléfonos en África que personas). ¿Sabe qué es lo primero que preguntan la mayoría de los refugiados sirios al llegar a Europa?

¿Dónde pueden dormir, por ejemplo? ¡Dónde pueden cargar el móvil! El móvil es un nuevo tipo de habitación. Te protege. Da luz. Es donde guardas las fotografías. Te conecta a los tuyos. El teléfono se ha convertido en el refugio, que ya no tiene nada que ver con las paredes.

¿Qué tipo de espacio doméstico saldrá de todo esto? Con la industrialización se separó el lugar del trabajo –la fábrica o la oficina– del de la vivienda. Ese es el tipo de ciudad en la que vivimos todavía. Pero con la llegada de los móviles, la idea de un horario de 9 a 5 ya es cosa del pasado. Ahora estás disponible las 24 horas, vivimos en el '24/7'. El 'Wall Street Journal' dijo que el 80% de los jóvenes profesionales en Nueva York trabajaban habitualmente desde la cama.

¿El 80% dice? La cama se ha convertido en el espacio de trabajo. De alguna manera Hugh Hefner, el patrón de 'Playboy', se anticipó. El magnate casi no ha abandonado su cama redonda desde 1960, cuando se instaló en la Mansión Playboy de Chicago y la convirtió en el epicentro de un imperio global que ha dirigido en pijama y batín de seda.

Colchonero, una profesión con futuro. Eso parece. La cama se convertirá en la nueva oficina de este siglo.

¿Bromea? En absoluto. La era postindustrial devuelve el trabajo a la casa, y en particular, a la cama. El capitalismo representa el fin de la posibilidad de dormir. Coloniza cada minuto de nuestras vidas para que produzcamos y consumamos. Eso transforma la arquitectura porque definitivamente cambia la temporalidad y el espacio. Viviremos en un continuo, que es otra forma de explotación. ¿Qué forma tiene esta prisión en la que dejan de diferenciarse la noche y el día, el trabajo y el ocio?

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"El tel\u00e9fono m\u00f3vil es el refugio,\u00a0","text":"\"El tel\u00e9fono m\u00f3vil es el refugio,\u00a0que ya no tiene nada que ver con las cuatro paredes\""}}¿La cama? Exacto. Pese a que crees estar en ella viendo sitios para obtener el mejor precio de un viaje al Caribe, estás trabajando. Produces data. Todos trabajamos para ellos. Los refugiados mismos contribuyen a esta nueva economía.

Una lógica perversa. Para entenderla es inspirador el 'snapchat', una red social en la que el archivo desaparece del dispositivo del destinatario entre uno y 10 segundos después. O que un niño de 5 años sea capaz de diseñar su propio avatar y diseñar su página en Facebook. Todos nos vamos a construir a nosotros mismos en este espacio. Existiremos como personas físicas, pero también en nuestros avatares, en lo que querríamos ser. 

Suena poco apetecible. No hay vuelta atrás. Nos enfrentamos a una situación que puede significar el final del trabajo tal y como lo entendíamos para mucha gente.

¿Entonces? Hay visiones terroríficas, pero también iniciativas como la de Suiza, que plantó las urnas para saber qué pensaban sus ciudadanos sobre la renta básica universal (ganó el "no", pero es positivo que se planteara la pregunta). También la incubadora californiana Y Combinator ha repartido a 100 familias de Oakland un ingreso de entre 1.000 y 2.000 dólares mensuales durante un periodo de entre seis a 12 meses para ver qué pasa cuando no dependes del trabajo para vivir.

¿Pura jauja? No esté tan segura. Habrá que esperar a los resultados.

¿Qué tiene que decir la arquitectura de todo esto? Mucho.

La mitad de los profesionales no tienen trabajo. En un momento tan difícil como el actual, los arquitectos pueden diseñar la mejor tienda de campaña para el refugiado, sí. O poner un parche aquí y otro, allá. Pero lo más importante es que no solo resuelven cosas, sino que imaginan e incluso filosofan. Es el momento de pensar. Siempre se piensa mejor cuando hay crisis que cuando no. 

De eso no se come. Deben pensar alternativas de futuro junto a las oenegés y las asociaciones de derechos humanos.

¿En qué sentido? En Londres existe un grupo llamado Forensic Architecture que aporta pruebas a la justicia internacional, a organizaciones políticas y a Naciones Unidas. Por ejemplo, la reconstrucción digital de la cárcel siria de Saydnaya, cerca de Damasco, a partir del relato de los sonidos escuchados por los internos a través de cañerías y muros. El fin es llevar a los responsables de las torturas ante un tribunal.

Mientras, en su país adoptivo, Donald Trump podría ganar. Yo vivo en Nueva York, 'cerca de EEUU'.

Ahí tiene el republicano un ático. ¿Opinión de experta? Es una especie de pesadilla kitch. Todo lleno de oro, diamantes y mármoles. Es el escenario de la ostentación banal.

Puede que a los políticos no les interese la arquitectura. A Clinton no le interesó, pero sí a Obama. Para su biblioteca y museo de Chicago –el futuro Centro Presidencial Obama–, se entrevistó con arquitectos buenísimos como Renzo Piano, Diller Scofidio, el estudio Snøhetta o el africano David Adjaye. Al final ha dejado el proyecto en manos de la pareja Tod Williams y Billie Tsien.

Y si no es indiscreción, ¿cómo es la casa de una teórica de la materia? Es un loft en el Soho, un espacio industrial que fue una imprenta. Mi marido y yo pensamos que nos daría buenas vibraciones para escribir. Me gusta mucho ir de una punta a otra. Es como caminar en un paisaje.