MUESTRA EN BARCELONA

El "organismo vivo" de Sarmento

El artista portugués convierte en su propia obra una exposición en CaixaForum con piezas del Gulbenkian de Lisboa, el Macba y La Caixa

Un visitante pasa tras 'Waste Land' (Tierra baldía, 1878), de Juan Muñoz, de la colección La Caixa, en la exposición 'El peso de un gesto', comisariada por el artista portugués Julião Sarmento, en CaixaForum.

Un visitante pasa tras 'Waste Land' (Tierra baldía, 1878), de Juan Muñoz, de la colección La Caixa, en la exposición 'El peso de un gesto', comisariada por el artista portugués Julião Sarmento, en CaixaForum. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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De pocas exposiciones se puede decir que se inicien con un óleo de Degas (‘Retrato de Henri Michel-Lévy’, 1878) dialogando con una pieza de Juan Muñoz ('Waste Land', Tierra baldía, 1986), en la que un muñeco de ventrílocuo, sentado en un muro blanco sobre un suelo de mosaico, da la bienvenida al visitante, y que terminen, literalmente, en los lavabos. En concreto, los de CaixaForum, donde no debe sorprender al usuario no poder contemplarse en los espejos, cubiertos con papel, ni oír una voz que surge de una grabación desde un pequeño espejo interior. La ‘culpable’, Luísa Cunha, con su instalación ‘¡Hola!’ (1994), que reflexiona sobre la voz en el tiempo. Se trata de la muestra ‘El peso de un gesto’, comisariada por el reconocido artista portugués Julião Sarmento (Lisboa, 1948), quien ha elegido 67 obras de las colecciones del Macba, la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa y La Caixa para, con un discurso libre y personal basado en su propia sensibilidad, “crear zonas de conflicto que la gente no espera”.

La exposición, que podrá verse en CaixaForum Barcelona hasta el 1 de mayo, reúne dibujos, pinturas, fotos, vídeos e instalaciones, muchas de autores portugueses (como Fernando Calhau, Ângelo de Sousa o Gabriel Abrantes) y de arte contemporáneo (Rita McBride, Rodney Graham, Sigmar Polke, Miroslaw Balka…), pero también obras del siglo XIX, como un óleo de 1884 de una mujer ‘Sin título’, de Henrique Pousão –“un artista que al morir, con 25 años, ya tenía una obra increíble”, apunta Sarmento–, que “crea una zona de tensión al lado de la pieza de Giuseppe Penone ‘Piel de cedro’ (2002)”, una espectacular corteza de árbol con una hoja de pan de oro con la mano del artista impresa en el centro. 

También el citado Degas, un retrato de un artista que colocado dentro de la obra del madrileño Juan Muñoz homenajea al desaparecido escultor y amigo. “Siempre que Muñoz venía a Lisboa –evoca Sarmento– íbamos al Gulbenkian a ver ese Degas. Nos gustaba mucho. Es inquietante, con una gran muñeca en el suelo que parece muerta…”.  

ABALLÍ Y EL DIQUE DE ANDRE

Sarmento llama la atención sobre otro diálogo, el que entabla instalando, cual muro de grandes bloques de cedro rojo ‘Dique’ (1978), del estadounidense Carl Andre, en medio de ‘Enciclopedia’ (1994), del barcelonés Ignasi Aballí, dejando a un lado una estantería de libros fantasma a descubrir, y a la otra el rastro de polvo en la pared blanca que ha dejado tras retirarla.    

El recorrido, intuitivo, propuesto por Sarmento, también con obras de Robert Rauschenberg, Donald Judd, Robert Morris y Christopher Williams, está concebido como un “organismo vivo, compuesto de tantos organismos diferentes, como son las obras que no pueden vivir por sí solas sino que se necesitan las unas a las otras”. Quizá por ello, ha querido rescatar dos piezas del portugués Fernando Calhau –‘Endless’ y ‘Timeless’, dos neones sobre chapa de hierro–, cuya “viuda lo mató del todo porque retiró todas sus obras del mercado y las regaló al Gulbenkian, convirtiéndolo en un artista muerto”. No hay en 'El peso de un gesto' ninguna pieza de Sarmento: su creación ha sido la propia exposición, como la definía la directora de la Fundació Bancària la Caixa, Elisa Durán, una "obra de obras".