Cabo San Roque al asalto

El dúo barcelonés muestra su explorador y agresivo nuevo trabajo, '12 rounds', en el Mazda Space, como adelanto de su actuación en el Sónar

Roger Aixut y Laia Torrents, con Tres Tristros Trons a su espalda.

Roger Aixut y Laia Torrents, con Tres Tristros Trons a su espalda.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Tienen un pie en la música, otro en las artes escénicas y hasta un tercero en la instalación. No se identifican con la idea de espectáculo, aunque cuidan con extrema minuciosidad el factor visual y sus connotaciones en la música. Convierten objetos en fuentes sonoras, pero niegan hacer reciclaje. Y, como Roger Aixut es arquitecto, y Laia Torrents, ingeniera industrial, sus creaciones pueden explicarse a través de tramas matemáticas que, dicen, tienen su origen en la ciencia patafísica inventada por el francés Alfred Jarry hace más de un siglo. Son Cabo San Roque, grupo convertido actualmente en dúo, y en su caso, ser distintos es algo más que un eslogan. «Sé que despistamos», admite Torrents.

En los últimos tiempos les hemos visto conduciendo la 'performance' 'Bestiari' y protagonizando una exposición de Santa Mònica, pero Cabo San Roque ha vuelto a colocar la música en primer plano en '12 Rounds', un disco que este jueves revisará en el Mazda Space, del Born, dentro del ciclo 'A taste of Sónar', como avance de su actuación en la próxima edición del festival. En '12 Rounds', con título pugilístico, Aixut y Torrents cuentan con un nueva e imponente máquina creada por ellos, Tres Tristos Trons, con la que construyen una música más violenta que evocadora, con asperezas industriales, interferencias electrónicas y ecos del rock de vanguardia de otros tiempos. «El disco es una reacción al trabajo con Carles Santos: menos paisajístico y más concreto. Y en estos conciertos lo readaptaremos para que sea aún más rítmico», explica Laia Torrents en el encuentro con este diario en su local-taller de la calle França Xica, en Poble Sec, donde trabajan, metódicamente, de nueve de la mañana a nueve de la noche. «Y necesitaríamos ocho horas más al día para hacer todo lo que queremos», suspira.

Tres direcciones

Han pasado casi cinco años desde su anterior disco propio, 'Ball de bastons', y saben que su distanciamiento respecto al 'modus operandi' del músico convencional puede haber alimentado un poco más la confusión acerca de ellos. «No sé si nos podemos permitir desaparecer durante tanto tiempo de una escena», se pregunta Aixut. Pero Cabo San Roque no está entre nosotros solo para hacer discos. «Las artes escénicas y las instalaciones presentan otras especificidades de lenguaje y disfrutamos de esa diferencia», replica. «La instalación es el estado más puro: solo música y máquina», advierte Torrents. Y en cada propuesta, tenga la forma que tenga, sus artefactos electrónicos y mecánicos adquieren un poderoso estatus icónico. «Hace tiempo que descubrimos que nuestras máquinas son mucho más populares que nosotros. Nos ganan siempre», ironiza.

Objetos con alma

Aunque es posible acercarse a Cabo San Roque atraídos por la belleza de sus máquinas, estas no constituyen un simple ingrediente exótico: la conversión, explican, del «gesto mecánico» en sonido abre un espacio para la imaginación de oyente que en el disco no es perceptible. Y cada objeto tiene su historia, su aura. «Marcas de vidas anteriores que hacen que vibren de una manera singular», precisa Torrents. «Como decía John Cage, esas marcas hacen que pueda aflorar su alma. Que una lata esté oxidada influye en su reverberación», añade Aixut. Siguiendo esa senda llegamos a un libro visionario, 'Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico', que Jarry escribió en 1898. «El doctor aplica la ciencia y las matemáticas para justificar que su barco pueda navegar por las calles de París. Igualmente, nosotros las utilizamos para navegar a nuestra manera», aventura.

Por todo ello, no es que ocupen una casilla propia en nuestra escena, sino que ni siquiera están situados plenamente en ella. Saltan de una disciplina a otra y saben que el público puede extraviarse en el camino. «Sí, porque la gente necesita clasificar y la audiencia está segmentada. Quienes van a exposiciones no van a conciertos, los que asisten a conciertos no van al teatro...», reflexiona Torrents. Se fijan en creadores de comparable heterodoxia como Carles Santos y Perejaume, y el alemán Heiner Goebbels. Y así piensan seguir, ¿dándo círculos de un lugar a otro, de la 'perfomance' al concierto, de la instalación a la exposición...? Aixut precisa: «Lo vemos más bien como un espiral, un movimiento concéntrico en el que nunca vuelves a pasar por el mismo sitio».