FANTÁSTICO

'El bosc', una guerra, otro mundo

QUIM CASAS

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Aunque mezcla los dos mismos ingredientes, un relato fantástico y el contexto de la guerra civil española o la posguerra, nada que ver entre el último filme de Óscar Aibar, un kamikaze del género como ha demostrado enAtolladerooPlatillos volantes, con las dos películas de Guillermo del Toro,El espinazo del diabloyEl laberinto del fauno.

Aibar ensaya una suerte de fantástico-rural en el que la contienda civil, la amenaza del fascismo que avanza hacia la zona de Teruel o la enemistad entre las fuerzas anarquistas de la zona y los brigadistas internacionales funcionan como apoyo emocional, como decorado argumental. Lo que le interesa a Aibar es flirtear con géneros y tonalidades distintas -hay melodrama, fantástico, cine rural, incluso comedia- y llevar a veces hasta el límite sus ideas: los pasajes finales son, en este sentido, una demostración de la libertad que ha tenido el cineasta en un género que es flexible, cierto, pero también muy codificado. Aibar sugiere y muestra, y las dos cosas conviven bien cuando generalmente lo hacen mal.

La historia va de la noche de San Lorenzo, la más cálida del año, a la de San Blas, la más fría, y fluye a partir de un elemento alienígena instalado en el cuerpo de un relato rural sobre la guerra civil. La esfera verdosa e intangible situada en un montículo de árboles circulares puede trasladarnos a otros mundos, y desde ellos, y a partir de la visión de un campesino, se contempla la estupidez de la condición humana cuando la guerra realiza sus estragos.