Cuando Borges cantaba tangos

Un libro recoge cuatro conferencias sobre el tema que el autor dictó en 1965

Jorge Luis Borges.

Jorge Luis Borges. / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Jorge Luis Borges solía regalarle a sus entrevistadores sus opiniones guasonas sobre el tango y especialmente sobre el cantante "francés" (siempre lo precisaba así) Carlos Gardel, ese hombre llorón y patético con una sonrisa igualita a la de Perón (la peor de las semejanzas) que le quitó a esa música, según él, la ligereza y la alegría (sí, la alegría) que sorprendentemente tuvo al parecer el tango en origen. Borges no estaba nada de acuerdo con la apreciación de Sábato según la cual, "el tango es un pensamiento triste que se baila". A  él le gustaba mucho más ese otro tango primitivo "valeroso y feliz" que nace de la milonga. Para apreciarlo, no hay más que asomarse a las cuatro conferencias sobre el tema que la editorial Lumen acaba de rescatar en un volumen poniendo fin a una curiosa aventura editorial que trae a las librerías un inédito de Borges, cuando ya no se esperaba ninguno, precisamente en el año en el que se conmemora los 30 de su muerte. La historia de ese descubrimiento de ese inédito merece detalle.

Antes de que se lo disputaran las universidades norteamericanas y francesas, Borges dio muchas conferencias en la Argentina de los años 60 y 70. Hoy muchos de esos textos están perdidos, por desgracia. Pero en 1965, el autor de 'El Aleph' dio unas charlas (palabra que él prefería) para unos pocos en un departamento del céntrico barrio porteño de Constitución. Allí un aficionado gallego, Manuel Román Ribas, que acabaría trabajando como productor musical en Alemania, grabó las conferencias como amateur en un casete (el nuevo artilugio había sido lanzado al mercado dos años antes) que pasados los años cruzó el charco y fue a parar al actor José Manuel Goikoetxea, quien a su vez se las entregó al escritor Bernardo Atxaga en el 2002.

El escritor vasco pudo confirmar que realmente el hombre que leía, ironizaba, cantaba a veces y disparaba referencias literarias, de Walt Whitman a Mark Twain, era efectivamente Borges, gracias a su biógrafo Edwin Williamson. Fue otro escritor, el exministro de cultura César Antonio Molina, buen amigo de la viuda de Borges, María Kodama, María Kodama quien actuó de enlace poniéndose en contacto con ella para presentar el descubrimiento (hace unos tres años en una rueda de prensa en Madrid) y empezar el proceso que ha acabado cristalizando en un libro. La aparición del libro en la Argentina coincide con la publicación de una veintena de conferencias que María Kodama ha ido dando por el mundo desde que "Borges ingresó en el gran mar", como suele decir la celosa y estricta viuda, quien, sin embargo, ha autorizado que el audio de las conferencias sea accesible a todo el mundo en internet

UNA APROXIMACIÓN PÍCARA

El editor argentino de la obra, Roberto Montes, asegura que "no hacía falta ningún especialista para darse cuenta de que quien habla es Borges, es inconfundible y gracioso, y en particular bastante pícaro. Basta escuchar su tono, su voz y sus características digresiones para cerciorarse". También se atreve a cantar, o más bien a canturrear y busca la complicidad del público anunciando que nadie canta peor que él (y un poco de razón tiene) o declarando con falsa humildad que su memoria es mala.

Las cuatro conferencias son un complemento a uno de los ensayos mayores de Borges, el que en 1929 dedicó a Evaristo Carriego, el gran poeta de los suburbios y de los barrios del Sur de la ciudad, además de Palermo, que son la geografía de las letras del tango, pobladas por compadritos, cuchilleros y niños patoteros (pandilleros o matones), que tan solo dos años antes había recreado en su conocido cuento 'Hombre de la esquina rosada'. Fue la lectura de Carriego la que condujo a Borges a los orígenes del tango, a tangos ingenuos hoy totalmente desconocidos como 'Pejerrey con papas', uno de sus favoritos, que no es por cierto un prodigio de sutileza: "Pejerrey con papas, / butifarra frita, / la mina que tengo / nadie me la quita". En estas conferencias, entre otras cosas, desarrolla el tema del gaucho, que está en los orígenes de la patria y es uno de los elementos más característicos de la cultura popular argentina: "No es este un Borges obnubilado por la cultura anglosajona -asegura Montes- sino por las raíces de lo argentino, por el 'Martín Fierro'”. Sea como sea, la novedad ha servido para poner el acento en las librerías de un escritor que no ha faltado jamás en ellas, desde su muerte en Ginebra. 

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