Boots Riley: «Si toda la gente se une nadie perderá su trabajo»

Entrevista con el rapero comunista al mando del grupo californiano The Coup, que actúa el sábado en Salt dentro del Black Music Festival

Boots Riley, esta semana, jugando al escondite en las calles del Raval barcelonés.

Boots Riley, esta semana, jugando al escondite en las calles del Raval barcelonés.

NANDO CRUZ
BARCELONA

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Boots Riley, el rapero comunista al mando del grupo californiano The Coup, actúa este sábado en La Mirona de Salt (22.00 horas) dentro del Black Music Festival. Sus rimas revolucionarias tienen también reflejo en gestos como pedir a las salas donde ha actuado en esta gira española que no vendan Coca-Cola en apoyo a los trabajadores de la fábrica de Fuenlabrada.

-¿Cuándo pensó que el hip-hop podría ser un instrumento político?

-De joven formé parte del Comité Internacional Contra el Racismo. Fuimos un domingo a colaborar en una iniciativa llamada Double Rock Projects y el día anterior una mujer y sus dos hijos de ocho años habían sido apalizados por la policía. La gente los rodeó, la policía disparó al aire y la gente echó a correr. De repente, volvieron porque alguien empezó a gritar «'¡Fight the power! ¡Fight the power!'». Era verano del 89 y la canción más radiada era 'Fight the power', de Public Enemy. Esa canción hizo entender a la gente que debía actuar unida. Y yo entendí que la música, no solo el hip-hop, podía usarse como llamada a la acción.

-¿Qué público tiene en su país?

-Antes de vincularnos al movimiento Occupy éramos los rebeldes molones, pero cuando se vio que la música podía ser usada en conjunción con un movimiento viable, algunos mánagers empezaron a tener problemas con The Coup y dejaron de contratarnos. Justo entonces empezaron a contratarnos en Europa.

-¿Nunca temió la reacción de los medios o del público en su país?

-Solo después del 11-S. Teníamos una gira por Montana, Utah y Tejas y algunos del grupo me pidieron que les buscase sustituto. Temían que la gente nos insultase. Éramos teloneros en una gira de la MTV, pero cada noche yo hice un discurso contra la invasión de Afganistán. ¡Y cada noche la gente aplaudió! Ahí entendí que los medios estaban haciéndonos creer que todo el país apoyaba el bombardeo. Así funcionan: te inculcan que eres el más radical del mundo y que el resto de gente está a tu derecha para que moderes tu opinión.

-¿Ni cuando diseñaron la portada de 'Party music' (2001) con las Torres Gemelas en llamas, semanas antes de los atentados, temió lo peor?

-El problema no fue la portada, sino la hoja de prensa que salió después. Dije que los atentados fueron una atrocidad, pero que no debían usarse como excusa para una guerra y que nadie podría entrar a un concierto nuestro con banderas estadounidenses porque esos colores representaban a gente violenta.

-Aprovecha sus giras españolas para citarse con David Fernández de la CUP o apoyar la protesta de los trabajadores de Coca-Cola. ¿Por qué?

-Quiero conectar con gente que desafía activamente el sistema. Es una de las compensaciones de ir de gira.

-¿Se puede vencer al capitalismo?

-Si toda la gente se une nadie perderá su trabajo. Si paralizas las grandes corporaciones solo les das la opción de ganar menos dinero o no ganar nada. Pero para que la gente vea que se puede vencer, los movimientos radicales deben mostrar con pequeñas victorias que se puede vencer.

-La mayoría de festivales de música negra europeos están copados por músicos blancos. ¿A qué se debe?

-En España no hay mucha población negra, pero en Estados Unidos una forma de dar a entender que un concierto es un lugar seguro es programar bandas blancas. Todo forma parte de una narración según la cual la gente negra es violenta y estúpida y los blancos están aquí para preservar esa música tan auténtica.