Historias de 'Juego de tronos' (6): la Sansa de Santes Creus
Ernest Alós
Coordinador de Opinión y Participación
Periodista
ERNEST ALÓS / BARCELONA
Muy probablemente, las lecturas de George R. R. Martin se centraron en la historia de Francia e Inglaterra, con las guerras de las dos rosas y de los 100 años, directamente o pasada por Shakespeare. Pero en sus libros aparecen una y otra vez arquetipos, situaciones y valores comunes en el medievo que nos permiten encontrar paralelismos allí donde miremos... incluso en el Monasterio de Santes Creus, donde está enterrada Blanca de Anjou. Su historia nos recuerda que lo del destino de la pobre Sansa Stark era bastante común para tantas hijas de la nobleza utilizadas como un activo más en pactos de familia.
La casa de Aragón y la de Anjou, fundada por un hijo menor del rey Luis IX de Francia con espíritu emprendedor, se pasaron sus buenos dos siglos peleándose a muerte por el control de Provenza, Sicilia, Nápoles, Grecia, Albania... Sí, hubo decapitaciones también: el abuelo de nuestra Blanca ejecutó a Conradino, primo de la reina de Aragón Constanza, y aquello acabó con las vísperas sicilianas y una enemistad entre las dos familias que ríete de los Lannister y los Stark. Dieciséis años más tarde de esa muerte, en 1284, la flota de Roger de Llúria venció a la angevina e hizo prisionero al futuro Carlos II de Anjou. Encerrado en un calabozo, enter otras exigencias acepta casar a una de sus hijas (Blanca tiene un añito) con el infante Jaime de Aragón.
Carlos, libre, rompe el pacto, pero Roger de Llúria sigue dándoles palizas por mar y tierra a los franceses y en 1295 Carlos acaba entregando a Blanca (12 años ya) a Jaume II, como una cláusula más del tratado de Agnani en el que el rey de Aragón renuncia a Sicilia y el de Francia a invadir Catalunya. Pero ahora es Jaume II quien traiciona el acuerdo y se queda con Blanca y con Sicilia. Y mientras sigue hundiéndole flotas a su suegro (imaginemos las conversaciones de sobremesa), Blanca se dedica a darle herederos al enemigo mortal de su propio padre: diez, hasta que muere de parto con 27 años. Así que Sansa, te has escapado de un Lannister y un Bolton pero, por si acaso, vigila con esa sonrisita insinuante de Meñique...
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