El cine asiático se impone en la Berlinale

La extraña película china 'Black coal, thin ice' gana el Oso de Oro en detrimento de la superlativa 'Boyhood'

El actor Liao Fan y el director Diao Yinan.

El actor Liao Fan y el director Diao Yinan. / AA

NANDO SALVÀ / Berlín (enviado especial)

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Que el Oso de Oro de la 63ª edición de la Berlinale no fuera este sábado a parar a 'Boyhood', de Richard Linklater, no es un error atribuible directamente a los responsables del certamen. La culpa, claro está, es de James Schamus, Greta Gerwig, Michel Gondry y el resto de miembros del jurado. Sin embargo, es posible que en estos momentos el director de la muestra, Dieter Kosslick, y su equipo estén arrepintiéndose de no haber escogido en su día a otros jueces.

Y es que, cuestionado durante los últimos días --y con motivo-- por la patente mediocridad de la competición –un puñado de películas de calidad media aceptable pero en su mayoría irrelevantes—, el festival ha perdido la oportunidad no solo de maquillar sus errores de selección sino también de sacar pecho: la del 2014 podría haber pasado a la historia como la Berlinale en la que el Oso de Oro lo ganó 'Boyhood', una película destinada a recibir superlativos elogios y provocar sucesivas e interminables discusiones en los próximos años. Era el único premio con el que se podría haber hecho justicia a semejante obra maestra.

Ganadora destinada al olvido

En lugar de eso, esta edición de la Berlinale probablemente sea omitida sin reparos de la historia, en buena medida porque la semana que viene ya costará acordarse de quien ganó este año el Oso de Oro. Conste que sería injusto ponerle pegas a la película afortunada, la china 'Black Coal, Thin Ice' --en castellano, 'Carbón negro, hielo fino'--, porque se trata de una intriga policial de personalidad arrolladora a pesar de su indudable modestia, que reniega de las convenciones del género para dedicarse en cambio a explorar algunas zonas oscuras del ser humano, y hacerlo con considerables dosis de humor. Pero juega dos ligas por debajo de 'Boyhood' y, en todo caso, no tardará en ser rápidamente olvidada.

Ninguna queja, en cambio, para el Premio Especial del Jurado otorgado a Wes Anderson. Su nueva comedia, 'El hotel Gran Budapest', es un enredo lleno de asesinatos, robos, conspiraciones y amistades conmovedoras que se mueve a velocidad de vértigo, y que crea una versión paralela de la historia de la Europa de entreguerras --el ocaso de la Belle Époque, el ascenso del fascismo, la creciente influencia del comunismo-- al tiempo que lleva a cabo un nostálgico homenaje a la Edad de Oro de las comedias de Hollywood --y, en general, a un tiempo en el que se daba más importancia a la sofisticación, la elegancia y la buena vida--. Es, en otras palabras, la película más ambiciosa de Anderson, y sus logros en todo momento hacen justicia a tan mayúsculas intenciones. Puede que no esté a la altura de los dos trabajos previas del director tejano --'Fantástico Sr. Fox' (2009) y 'Moonrise Kingdom' (2012), sus obras maestras--, pero un 80% de Wes Anderson es en todo caso mucho más de lo que cualquier otro director es capaz de ofrecer.

Premio al mejor director para 'Boyhood'

'Boyhood' tuvo que conformarse con un galardón, Mejor Director, que desprende un ligero hedor a limosna pero que, dicho esto, es absolutamente honorable. Con él, el jurado reconoce todo cuanto de revolucionario tuvo el proceso de creación de este retrato de la vida de un muchacho entre los 6 y los 18 años: Linklater la ha rodado durante los últimos 12 años a razón de tres o cuatro días anuales, usando para ello a los mismos intérpretes. Es, pues, una obra única y sin precedentes, y una película maravillosa.

Por lo que respecta a los premios interpretativos, acertados pero menos: La actriz Haru Kuroki lleva a cabo un trabajo lleno de sensibilidad en la piel de una criada atormentada por un amor prohibido en el melodrama nipón 'The Little House', pero a los jueces quizás les habría pasado desapercibida de no haber andado la selección de este año tan escasa de personajes femeninos con miga. Y pese a que Liao Fan se las arregla para dar vida con convicción a un personaje tremendamente complejo --a ratos ridículo pero finalmente conmovedor--, concederle a él el premio al mejor actor significa otorgar a 'Black Coal, Thin Ice' una presencia en el palmarés del todo exagerada. Pero, de nuevo, no había mucho de donde escoger. ¿Les servirá este palmarés a Kosslick y compañía para llevar a cabo cierta autocrítica? Debería.