EL PROYECTO QUE EXHIBIÓ LA BIENAL ASIÁTICA

¿Barcelona o Shanghái?

El Macba recibe una obra de Miralda en la que explora la unión culinaria entre ambas ciudades

El protagonista 8 Antoni Miralda posa junto a una de las pantallas del proyecto, ayer en el Macba.

El protagonista 8 Antoni Miralda posa junto a una de las pantallas del proyecto, ayer en el Macba.

NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

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¿Qué tienen en común dos ciudades aparentemente tan alejadas entre sí como Barcelona y Shanghái pero desde el 2001 hermanadas? Nada y mucho. El alejamiento lo da su pertenencia a diferentes culturas como son la asiática y la europea. Y la proximidad, la gastronomía y los ritos alrededor de la comida. O por lo menos esto es lo que piensa el artista Antoni Miralda, y ahí está para demostrarloTwin tastes & Tongues, el proyecto que llenó el pabellón de la ciudad catalana en la última Bienal de Shanghái y que desde ayer forma parte de la colección del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba) gracias a la donación de Screen Projects, impulsora de la pieza.

«Llega un momento en que no sabes dónde estás. El gesto violento de cortar la carne y el pescado, un gesto que está muy cerca del sacrificio y de la ofrenda, se encuentra en ambas ciudades», apunta Miralda, que exploró cámara en mano tanto Barcelona como Shanghái para crear un vídeo con imágenes de comedores públicos, privados, mataderos, cabezas de cordero, conservas, tiendas, colmados, restaurantes, mercados..., que acaban confundiéndose.

Aventura complicada

Y como nexo para explicar esta convergencia Miralda utiliza la lengua:«Elemento de comunicación y de gusto; y órgano esencial, público y privado», según el artista; y punto esencial del bienestar del ser humano, según la medicina tradicional china. De ahí que el proyecto pasara por forrar las ventanas del pabellón con grandes fotografías de lenguas bicéfalas-mitad para cada ciudad-,

y por la exhibición de la película.

Pero antes de entrar en los fondos del museo, el centro expone el proceso de la creación de la pieza con la intención de«desplegar todas las anécdotas, todas las lecturas, todos aquellos pasos que cristalizaron en lo que fue el pabellón -explica Julia Morandeira, su comisaria-.Una aventura complicada». Y es que el camino no fue fácil: tres veces cambió de ubicación el proyecto y al último escenario llegó cuando aún estaba por acabar. Pero ello no fue un obstáculo sino más bien todo lo contrario:«Nos permitió si no digerir, sí adaptarnos y ver cómo las cosas allí cambian día a día», concluye Miralda. Hasta el 30 de junio.