Fotografía documental

La Barcelona de Pomés

El polifacético autor recupera en Foto Colectania un proyecto frustrado sobre la ciudad de 1957

ESCENAS 3 A la izquierda, arriba, Metro (1959); abajo, Solidaridad Nacional (1958). En el centro, Calle Balmes (1957). Sobre estas líneas, Un señor de Barcelona (1960); debajo, Madre e hija, La Rambla ( 1957).

ESCENAS 3 A la izquierda, arriba, Metro (1959); abajo, Solidaridad Nacional (1958). En el centro, Calle Balmes (1957). Sobre estas líneas, Un señor de Barcelona (1960); debajo, Madre e hija, La Rambla ( 1957).

NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

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Antes de imaginar a la rubia de Terry montando un caballo blanco por la playa y de inventar la burbuja Freixenet; antes de ganar un León de Oro en Venecia y de llevarse un primer premio en el festival de Cannes; antes de arrasar en los prestigiosos premios de fotografía Rizzoli en 1966, 1967, 1968 y 1969; y de descubrir a Teresa Gimpera, convertirse en uno de los personajes de la gauche divine, y rodar 3.500 anuncios; antes de todo esto, Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931) recibió el que por entonces él creyó sería el encargo de su vida: fotografiar Barcelona a petición de Carlos Barral para un libro cuyos textos escribiría Luis Goytisolo.

Y así lo hizo. Durante más de un año, entre 1957 y 1958, recorrió la ciudad cámara en mano y captó una Barcelona profundamente alicaída, la de finales de los 50, que no gustó ni a Víctor Seix (la otra parte de Seix Barral), que tildó las imágenes de poco «nobles», ni al departamento comercial de la editorial, que consideró que no funcionarían por presentar a una «ciudad lúgubre y gris», apunta Pomés. El trabajo se suspendió y la mayoría de las fotos se olvidaron en un cajón hasta que ahora, más de medio siglo después, Foto Colectania las ha sacado del olvido para Barcelona 1957, la exposición (hasta el 26 de enero) y el libro que recuperan ese proyecto frustrado.

Un trabajo que no vio la luz pero que Pepe Font de Mora, su actual comisario, sitúa «entre las cuatro grandes visiones que hay de Barcelona, junto con las de Catalá-Roca, Miserachs y Colom». La comparación con Barcelona en blanco y negro de Miserachs es inevitable: «Comparten que ambas explican la ciudad en su conjunto, pero Miserachs es más descriptivo y Pomés, más abierto y poético». Como inevitable es cotejarlas con las imágenes de la Rambla de Colom, «ambos tienen la fuerza y la energía de los primeros trabajos».

En las 80 instantáneas de la muestra, hay muchas del citado paseo barcelonés, «entonces un paisaje lúdico y hermoso, el más bonito del mundo», a juicio de Pomés que no se muestra nada de acuerdo con su aspecto actual: «Se han cargado su poesía». Pero también las hay de la Barceloneta, del Eixample, de la zona alta, de Sant Andreu y de Verdum. No en vano, «una particularidad de este trabajo que no se ve en otros libros es que Pomés salía de la ciudad, se acercaba al extrarradio», según Font de Mora. Así, va de los vendedores ambulantes, prostitutas y gitanas del Raval al Eixample burgués de etiqueta y postín, pasando por los chatarreros, descampados y barracas de las barriadas.

DIAMANTES EN EL ARCHIVO / La selección ha ido a cargo del comisario y del artista, y entre las imágenes escogidas hay algunas, unas 15 o 20 conocidas y reconocidas, y una gran mayoría de inéditas. «He hecho de minero. He bajado a las profundidades de mi archivo y he encontrado más de un diamante», explica Leopoldo Pomés.

Entre las piedras preciosas redescubiertas hay alguna que su autor ni recordaba, como Metro. Y otras que siempre le han acompañado, como la mirada agresiva del chiquillo de Niño con garrafa, que siempre había trastornado a su autor. Hasta que un día recibió una llamada de alguien que conocía al niño y se la quería regalar. Pomés se la llevó en persona y el chiquillo de mirada agresiva resultó ser un hombre de gran calidad humana.