Barcelona, más que un plató

La historia reciente y traumática de BCN es fuente de documentales, pero ignorados

MACBA, LA DRETA... Daniel Giralt-Miracle, en el documental.

MACBA, LA DRETA... Daniel Giralt-Miracle, en el documental.

CARLES COLS / BARCELONA

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Que Barcelona es un plató habitual para rodajes publicitarios y, ocasionalmente, películas de ficción es sobradamente sabido. Fueron casi 2.500 en el 2013. Menos lo es que su agitada historia reciente (la crisis, la transformación traumática de algunos barrios, la gentrificación, el turismo...) ha sido también contada en documentales, algunos extraordinarios, y sin embargo pocos son conocidos.

En construcción, que José Luis Guerin estrenó en el 2001, es una notable excepción. Las obras estaban transformando entonces el Raval, pero el director no puso en mitad del encuadre la piqueta, sino a los vecinos. Acertó. Se proyectó en la gran pantalla. Fue un éxito, no a la altura, claro, de un blockbuster, pero un éxito. Lo desconcertante es que hay otro documental que, desde un ángulo distinto, aborda también a su manera la transformación del Raval. Es Macba, la dreta, l'esquerra, els rics..., donde en un estriptís inaudito, una decena larga de los responsables de la decisión de plantar en mitad del Raval norte un museo de arte contemporáneo, kilómetro cero pues de la gentrificación de aquel barrio, cuentan cómo se gestó aquel parto. Es un documental coral, a cargo de cinco directores bajo el sello SUB (Societat U de Barcelona), que debería ser visto por todo aquel que tenga curiosidad por conocer cómo es la política entre bambalinas. Se estrenó en el Maldà, sí, pero quién se acuerda. Por fortuna está disponible en internet. Uno de los autores de esa joya, Jorge Luis Marzo, sospecha que el problema de fondo de ese escaso eco del documental de denuncia, sea poca o mucha, es que «esta es en realidad una ciudad extremadamente carente de crítica». Gusta que sea un plató, que venga Woody Allen, no su cara más miserable.

Eduardo Chibás tiene un punto de vista interesante sobre esta cuestión. Es el autor de Bye, bye Barcelona, el equivalente local de El síndrome de Venecia y del Welcome, goodbye de Berlín, todos ellos documentales que abordan la cara B del turismo, lo que el discurso oficial ignora. Se pregunta si con tanto time-lapse, drones y go pro (es decir, tecnología punta al servicio del rodaje) no se ha perdido el foco sobre lo que realmente importa en un documental, que no es otra cosa que el relato. Chibás, venezolano y vecino de la Sagrada Família, colgó en el 2012 en internet su trabajo sobre las incomodidades que el turismo causa en Barcelona. Lo llevó a cabo él solo. Es un ejemplo loable de hasta dónde se puede llegar sin más ayuda que una cámara, un ordenador para editar el trabajo y mucho empeño. Unas 350.000 personas han visto Bye, bye Barcelona. No está nada mal. En contraste, poca gente ha visto en Barcelona El síndrome de Venecia, un mayúsculo trabajo sobre cómo la ciudad de los canales parece haber cruzado ya el punto de no retorno en su viaje a la parquetematización. Es un documental premiado en festivales, pero inaccesible a través de internet.

Esa es, en definitiva, la cuestión. El documental de denuncia solo suele lograr su objetivo, la denuncia, si encuentra un canal de distribución adecuado, pero los caminos son escasos y tortuosos. Hoy por hoy, YouTube resulta ser la mejor garantía para llegar a una gran cantidad de público, pero cuando eso sucede, nadie da fe de ello.