FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

Banderas y su robot no convencen

'Autómata' imagina un futuro posapocalíptico

Antonio Banderas posa, antes de presentar su película 'Autómata', con el robot Cleo, en San Sebastián.

Antonio Banderas posa, antes de presentar su película 'Autómata', con el robot Cleo, en San Sebastián.

NANDO SALVÀ / SAN SEBASTIÁN

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Al público del festival de San Sebastián a educación no le gana nadie, y eso hace que los tímidos aplausos recibidos por Autómata, presentada el domingo a concurso en el certamen donostiarra, probablemente deban entenderse más como fruto del respeto por lo que el director madrileño Gabe Ibáñez intenta que como premio por lo que en última instancia consigue.

Producida y protagonizada por Antonio Banderas -y trufada con una ahora morbosa aparición estelar de Melanie Griffith, tras la reciente y sonada ruptura de su matrimonio-, la película imagina un futuro posapocalíptico en el que los restos de la humanidad mantienen una convivencia con los robots. A partir de ahí, la lista de títulos que influencian su incomprensible argumento y su manida imaginería son incontables, de El planeta de los simios a El jinete pálido, de La amenaza de Andrómeda a, por encima de cualquier otro, Blade Runner. Gabe Ibáñez asume sin reparos esas influencias como instrumento para «tratar temas filosóficos usando códigos del wéstern o el género negro».

Autómata Autómatadebió de ser una idea estupenda mientras permaneció en su cabeza. A la hora de trasladarla a la pantalla, sin embargo, Ibáñez lanza sobre el relato referencias visuales y diálogos tan misteriosos como el manual de instrucciones de un condensador de fluzo y no es capaz de convertir todo eso en una historia mínimamente inteligible, y mucho menos interesante; plagia las leyes de la robótica de Isaac Asimov pero no es capaz de usarlas para hacer reflexión alguna sobre lo que significa ser humano; y pone los pilares de un universo que luego no tiene ni la imaginación ni los millones de euros necesarios -a esos efectos especiales se les ve descaradamente el plumero- para llegar a construir.

CALUROSA ACOGIDA A 'THE DROP'

Más calurosa y convincente ha sido la acogida que obtuvo la otra película presentada a competición, The Drop, una oscura odisea criminal ambientada en un Brooklyn completamente amoral e influenciada por el cine de Sydney Lumet. Mientras imagina el funcionamiento del lavado de dinero procedente de las apuestas en manos de las mafias chechenas, la película saca el máximo provecho de un guion precisamente construido por el veterano novelista Dennis Lehane -a partir de su propio relato corto Animal Rescue- a través de la estilizada dirección del belga Michaël Roskam (Bullhead) y sendas eléctricas interpretaciones de Tom Hardy y James Gandolfini.

Asimismo, The Drop The Dropenriquece lo que a primera vista es una historia de gánsteres más bien típica desarrollando algunas interesantes ideas sobre un submundo mafioso cimentado principalmente en la inseguridad masculina, en el que las disputas sin sentido sobre la reputación y los rencores personales mantienen el ciclo de violencia fluyendo sin cesar. Lástima de ese final que ofrece una redención de última hora un personaje que parece haber aceptado su aciago destino.