FESTIVAL DE VERANO DE BARCELONA

Bailarinas muy guerreras

Sol Picó y tres destacadas intérpretes retratan la situación de la mujer en el espectáculo 'W.W. (We Woman)'

Julie Dossavi, Shantala Shivalingappa, Minako Seki y Sol Picó, en un ensayo de 'W.W. (We Woman)', que se verá solo hasta el miércoles en el Mercat de les Flors.

Julie Dossavi, Shantala Shivalingappa, Minako Seki y Sol Picó, en un ensayo de 'W.W. (We Woman)', que se verá solo hasta el miércoles en el Mercat de les Flors.

MARTA CERVERA / BARCELONA

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El nuevo reto de Sol Picó se llama W.W. (We Women), un espectáculo interpretado por cuatro increíbles bailarinas y coreógrafas de diferentes estilos y procedencias. Picó, una rara avis de la danza contemporánea en el sur del Mediterráneo, dirige este interesante proyecto que reúne a la enérgica bailarina francesa Julie Dossavi, cuya familia procede de Benín (África); la india Shantala Shivalingappa, afincada en París y as del kuchipudi, delicada danza clásica típica del sur de su país; y la japonesa Minako Seki, residente en Berlín, una crack del butoh. Todas se han salvado sus diferencias culturales y de estilo para reflejar qué supone ser mujer en el mundo de hoy en W.W. (We Women), que se estrena este lunes en el Mercat de les Flors, dentro de la programación del Grec, y que se podrá ver hasta el miércoles.

¿Ocupa la mujer el lugar que merece? ¿Vive en igualdad de condiciones que el sexo opuesto? Esta y otras preguntas fueron el origen de este espectáculo en el que sus protagonistas saltan sin desaliento, sudan, lloran y rien. Picó muestra la esclavitud que imponen la moda y los cánones de belleza, pero también aborda temas más duros como la violencia machista en un espectáculo en el que, como en la vida, hay un poco de todo: humor, ternura, drama... «Quería hablar del mundo de la mujer, de por qué en pleno siglo XXI aún nos hacemos tantas preguntas. No quería sacar a relucir esa sensación que tenemos de estar por debajo de algo. Nunca estás al mismo nivel. A la hora de alcanzar el éxito o de realizarte como persona nunca lo consigues, ya sea porque no te dejan, no toca o no puede ser porque eres mujer», comenta la coreógrafa.

Arrastrándose cual gusano

No es la primera vez que Picó se pone guerrera con este tema. «Cuando hice La dona manca o Barbie Superestar era más juguetona, tenía una manera de verlo más cachonda. Hoy sigo teniendo alegría y humor, pero ahora ya sé lo que hay, lo veo mucho más claro: seguimos arrastrándonos cual gusano». En W.W. lo arrastrarse no es metafórico. Las intérpretes pasan por una auténtica prueba de fuego en un escenario cubierto de arena donde Picó ha levantado un especie de campamento, un refugio provisional hecho a base de palos, cuerdas, lonas y plásticos. «Es algo que podrías encontrar en cualquier parte», dice esta valenciana afincada en Barcelona respecto a este poblado nómada, donde las cuatro intérpretes conviven con un conjunto flamenco 100% femenino: Adele Madau (violín eléctrico), Lina León (flauta), Marta Robles (voz) y Virginia Rodrigo (percusión), que se integran en la propuesta e interactúan con el póquer de bailarinas.

Reto logístico

Compaginar las agendas de todas ellas ha sido uno de los retos de esta creación elaborada en el último año a partir de tres encuentros diferentes. «No nos conocíamos de nada y hemos estado conviviendo y trabajando intensamente muchas horas, con un esprint final brutal», recuerda. «Por suerte todo el mundo vino muy predispuesto». Picó ha trabajado la pieza a partir de la especificidad de cada una de las intérpretes. «Lo más difícil ha sido compactarlo todo y crear escenas conjuntas», reconoce. Convencerlas para que bailaran buena parte de la obra con zapato de tacón alto ha sido otra de sus luchas. Pero ha valido la pena. Todas están satisfechas con la experiencia. Minako explica que lo más raro para ella -aparte de bailar con tacón alto- ha sido «tener que contar los pasos», comenta. «Nunca había tenido que hacerlo antes. En las 50 creaciones que llevo hechas hasta ahora siempre me había guiado por la respiración. En el butoh nunca cuentas», resalta. Para Shantala el mayor inconveniente fue «trabajar con esa arena tan molesta». Julie Dossavi, que fue atleta y a la que Picó le ha exigido un intenso trabajo físico, destaca: «Al principio hacer de porteur (rol de los hombres en el ballet que cargan con las bailarinas) de Sol me costó».

Pese a no conocerse, todas conectaron enseguida. ¿Será por su alma guerrera? «Todas tenemos mucho en común: experiencia, compañía o carrera propia, y madurez», dicen. Más allá de su calidad como intérpretes, cada una ha aportado su bagaje cultural y humano. «Shantala habla en escena del matriarcado en la India; Julie, de las mujeres de negociosen África; yo, de la costumbre de servir siempre la comida a los hombres primero que he visto en casa», dice Picó. «Y Minako, de cómo sus padres se casaron por conveniencia, como es tradición en su familia. Se conocieron el día de la boda».

Para muchos será un espectáculo feminista. Para ellas, no: «Simplemente mostramos lo que ocurre».