Autobiografía de Pere Sánchez

CRÍTICA 'El gran Joan' está a medio camino entre Valero Sanmartí y Houelllebecq

VICENÇ PAGÈS JORDÀ

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Un buen día, Pere Sánchez se encuentra convertido en marido, padre y profesor de instituto. Le gusta más lo que recuerda de su juventud que lo que le programa su diligente esposa. Diréis, con razón, que las librerías están llenas de novelas sobre la crisis de la edad madura. Pero esta es diferente porque al marido frustrado se le opone el gran Joan, el superhéroe de la masculinidad, el hombre que todos los fracasados querrían emular.

El gran Joan es culto y viajado, le sobran dinero y amantes, no tiene horarios ni ataduras, es amo de su vida. Pere recibe una fotografía suya que lo muestra en una piscina con una mulata a cada lado. En el mismo paquete van las fotocopias sobre la Novela Definitiva de la Guerra Civil que el gran Joan ha acabado. Mientras pasa el día corrigiendo exámenes, vigilando a su hija y contestando los watsaps de su mujer, Pere recuerda con nostalgia los años en que le hizo de asesor literario y de secretario.

De los juegos al Fórum

La novela contrapone estos dos personajes que representan la acción y la rendición, la satisfacción y el arrepentimiento, pero al mismo tiempo ofrece una panorámica de los años que van de los Juegos Olímpicos al Fórum de las Culturas: la comercialización del territorio con fines turísticos, la consolidación de trepas mediocres, la banalización de la cultura, los pactos lampedusianos que aseguraron la supervivencia de los poderosos. Y aún más: la moda de las clases de escritura creativa y la multiplicación de novelas prescindibles sobre la guerra. En contraste con este trasfondo resalta la figura del gran Joan, veterano en todas las artes del placer (vino, mujeres, cine, literatura), inmune al sentimiento de culpa y capaz de sintetizar en frases lapidarias lo que Pere Sánchez no se atreve ni a pensar: «Quan la intoxicació libidinosa inicial passa, cada part de la parella torna a ser qui reament és». «Tenir fills no et canvia la vida, és la fi de la vida», «Qualsevol ximple s'endú una dona. El que cal és saber donar la puntada de peu». Autodefinido como pedófobo, el gran Joan menosprecia a la clase media, la «púrria teleaddicta», los funcionarios, los subvencionados, los alóctonos, los turistas, «els polítics catalans de format comarcal, que són tots». A medio camino entre Michel Houellebecq Valero Sanmartíel gran Joan lleva a la práctica el aforismo de Baudelaire: el héroe se divierte solo. Bien, no del todo solo: necesita a algún personaje que lo admire. Pere Sánchez, en este sentido, es ideal, ya que invierte su inteligencia en dar vueltas a las mismas ideas y autocompadecerse sin interrupción. También él necesita a el gran Joan para que le permita sentirse más pequeño.

Antoni Ferrando publica un libro por década. En 1996 apareció una guía de Praga en una colección de La Magrana ya desaparecida. En el 2008 publicó Per què tot és una merda (Ara), y ahora llega El gran Joan, que ha obtenido el premio Opera Prima de la editorial Librooks. Si Jorge Semprún publicó la Autobiografía de Federico Sánchez, aquel personaje que llevaba una vida épica y clandestina bajo el franquismo, Ferrando firma esta autobiografía de Pere Sánchez, hiperconsciente y autocommiserativo en el Estado de las autonomías, y que viene a ser la ficcionalización de las ideas que aparecen en Per què tot és una merda. Sobre esta novela podría repetir lo mismo que dije de aquel ensayo: «Ante este libro, solo hay dos salidas: reír o pegarse un tiro».

EL GRAN JOAN Antoni Ferrando Librooks. 224 págs. 18 €