tú y yo somos tres

El arte de presionar y no avasallar

ferran Monegal

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A la periodista <b>Ana Pastor</b> ('<i>El objetivo'</i>, La Sexta) le acaban de otorgar un Premio Zapping, y en <i>Polònia </i>(TV-3) lo han celebrado haciéndole una parodia. Interpretada por Mireia Portas, la han escenificado practicándole una entrevista a Carles Puigdemont (Queco Novell). Ha sido de un sketch divertido y surrealista. Al grito de «¡Más periodismo!», comenzó preguntándole: «Cuéntenos, cuéntenos eso del referéndum ilegal». Pero antes de que el president pudiera articular palabra, Ana, sin parar de hablar, le sacó la foto de un gato, luego la historia de un hámster, luego dio paso a su marido, Antonio García Ferreras (Cesc Casanovas), con el que mantuvo una doméstica conversación sobre la cesta de la compra y los guisantes, y así todo el rato, mientras el 'president' asistía mudo y absolutamente estupefacto. Y claro, en vista de que no podía decir ni pío, Puigdemont acabó marchándose, cosa que ni siquiera advirtió Ana porque seguía hablando y hablando ella sola sin parar. ¡Ahh! Ha sido una caricatura muy despendolada, pero también muy interesante. Una perdigonada -que trasciende a Ana- sobre los modos y maneras de entrevistar en un plató de televisión. Es verdad que algunos entrevistadores televisivos avasallan al entrevistado. Le bombardean con preguntas encadenadas, que no dan respiro, y provocan que el invitado no pueda contestar. Lo que practica Ana es el 'pressing' sobre el invitado -solía hacerlo también con mucho arte <b>Mònica Terribas</b> cuando estaba en TV-3, en 'La nit al dia'-, que no es nada más que una estrategia para intentar evitar el escapismo del entrevistado. Estoy hablando de las entrevistas políticas, que son las habituales en 'El objetivo'. Los políticos, todos en general, han desarrollado un técnica evasiva irritante. A preguntas concretas, suelen responder huyendo de la cuestión sobre la que se les ha preguntado. Es una variante del famoso «això no toca» 'pujoliano'. Aquella máxima que dice: «A tu entrevistado dale cuerda, y ya verás como el solito acabará ahorcandose», en la entrevista política no funciona. No vale. A la que te descuidas, en lugar de responder a tu pregunta, lo que hacen es colocarte un mitin, un sermón, un adoctrinamiento de cara a la galería. Se ponen a cabalgar sobre la marcha, a su aire, y transforman la entrevista en una sucesión de eslóganes sobre el mensaje que les conviene impulsar.

El arte del entrevistador consiste en presionar, evitando avasallar.